Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

domingo, 29 de julio de 2007

La prueba


Escarbando entre viejas fotografías en la casa de mis padres, tiradas en el desbarajuste de un cajón, encontré algunas del viaje a Bélgica con M. Antes que nada, habría que poner algo de orden allí. Así lo haré otra vez que me acerque con más tiempo.

Lo importante es que me he hecho con algunas pruebas de la existencia de aquel atolondrado viaje. Como la reconocible portada del periódico en manos del secuestrado que confirma que está vivo. Aquel viaje ocurrió, y aunque a nadie tengo que demostrarlo –salvo a mí, en todo caso—, he aquí las pruebas.



Camino de la estación, probablemente bastante temprano. ¿O era al final del viaje cuando ya nos despedíamos y cada cual tomaba el camino de su casa? Se adivina el horrososo saco estampado que mi padre compró, seguramente en oferta, aquella vez que nos fuimos todos los de la familia (Alcántara, podría decirse) de camping. Afortunadamente no tuve que hacer uso de él en aquella ocasión. M. se estiró (era realmente generoso) y siempre dormimos en camas hechas.

Y París, qué ciudad. Venga, M., sácame una foto, que luego no se creerán que estuve aquí. La Torre Eiffel bastará. Procura que no sea sólo una foto de la Torre, conmigo de pegote lateral. Pa-ta-ta, pa-ta-ta. A la mierda la patata. Clic.



Casi perfecto. Título: “Una torre con un humano en la esquina inferior izquierda colocándose la manga”. Mira que te lo dije.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Fiuhhhhh, fiuhhhhh!

Miguel, ¡pero que joven tan guapo!, alto, desgarbado, moreno, mirada dulce y manos en los bolsillos (prueba inequívoca de timidez), y esa camiseta de rayitas que a mí tanto me molan, ufff...
En serio le digo que es usted mi tipo de hombre (entiéndame, con todas las notas a pie de página, ja ja). Su chica ya pudo presumir bien de usted, porque óle-óle, menudo "jamesdean" que se llevó. Ojú.

En cuanto a los sacos y a las mochis de trekking, en fin, no se sabe quién porras los diseña, pero tiene un pésimo gusto combinando colores (la mía es naranja y verde, una horterada aquí y en toda Europa, vaya). Los complementos del viajero que patea a-lo-me-la-cargué siempre se riñen con la moda, oiga.

Los músicos celestiales que me trajo para revivirme me dieron buena onda (tantas vueltas, tantas vueltaaaaaaaaaas...). Y ya lo voy a decir, A SU MANERA, ¡ES USTED UN FRIKI!. Vamos, que si hubiera nacido veinte años después, sería el típico que se sabe todos los diálogos de la saga de Stars Wars, ja ja.

Mañana sigo leyéndole con tranquilidad, un abrazo de viento fresco.

Lenny Zelig dijo...

Agradecido por los piropos, señora, que me siento como una chiquilla pasando por delante de una obra.
(A propósito, este verano me divierto comprobando cómo los obreros de la construcción son profundamente fieles a su propio personaje, y no pierden ocasión de exclamar al paso de cualquier atractiva mujer. Si hay algún estímulo para su trabajo, no dudo que es ése en estos calurosos días. Y cuando pienso en ellas, me hago una idea de hasta qué altura del gorro tendrán que estar de los babosos que impiden dar un paseo en paz).

Cerrado el paréntesis sociológico, me despido de usted con la curiosa imagen de un globo aerostático (le juro que ahí está, a unos trescientos metros frente a la ventana) elevándose lentamente. Ahora desciende, parece que hay problemas. El quemador lanza llamaradas y remonta. Y desciende y sube. Vaya piloto. Es como yo, ja, ja.

Reciba un abrazo de un tipo subido a una cesta que a lo mejor termina por elevarse.