Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

viernes, 21 de diciembre de 2007

¿Cómo no?

Al principio no quería hacerlo. Mi Scrooge interior casi me había convencido. Me decía que no fuera bobalicón, que lo dejara estar, que marchara estos días sin dejar más rastros del tontaina que también llevo dentro y al que tiene que soportar. Pero al final me he dicho que no puedo dejarlo, que es el momento, que debo hacerlo sin importarme la dosis de edulcorante, que ¡paparruchas!




Así que sí, que Feliz Navidad y ojito con los empachos y los espumosos. Y que viva el cine, especialmente si no tiene que ver con la Navidad.

P.D.: y para aquellos que no merecen buenos deseos, que son pocos y no los trato pero en el mundo haylos, su ración:



Nos hablamos en el 2008, vaya que sí.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

¿Bronca inteligente?

Lo he oído varias veces de boca de personas agudas y racionales: les gusta el debate directo y con mandobles. Sin perder las formas, les va la marcha y disfrutan con la excitación de la gresca. Cuestión de temperamento. O es que así es más estimulante la discusión de las ideas.

Me parece muy bien. Lo practican personajes a los que respeto verdaderamente y de los que no espero que cambien ni realmente lo deseo. Pero desconfío del mandoble, un golpe que por definición no es preciso, aunque a veces –con frecuencia incluso si las manos son especialmente hábiles— dé en el blanco. Y también desconfío de la excitación, aunque sea comprensible y en ciertas condiciones, inevitable, porque puede poner en alerta los sentidos, pero no mejora el raciocinio sino que lo entorpece.

Es una desconfianza que nace de la experiencia. He fallado tantas veces y sigo haciéndolo, que cada vez soy más cauteloso. La evidencia de mis errores me lleva a desconfiar de mis opiniones desde el momento en que las concibo. La ingrata experiencia de tener que disculparme frente a otros o de arrepentirme de algo que he dicho o hecho, me impulsa a esforzarme por tener que hacerlo el menor número de veces posible en el futuro. En resumen: he hecho demasiadas veces el gilipollas, madre.



A lo que iba. Intuyo que el ardor intelectual tiene que ver con el orgullo, ese escurridizo defecto que nos esclaviza como pocos. Así que concluyo que la bronca, aunque pueda ser divertida, no es inteligente, ensucia la inteligencia y hace perder el tiempo a los inteligentes que la emplean, que pasan a serlo menos.

Por supuesto, puedo estar equivocado.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Juramento

Art. 93 de la Contitución Argentina de 1994: "Al tomar posesión de su cargo el Presidente y vicepresidente prestarán juramento en manos del Presidente del Senado y ante el Congreso reunido en asamblea, respetando sus creencias religiosas, de: "Desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de Presidente (o vicepresidente) de la Nación y observar y hacer observar fielmente la Constitución de la Nación Argentina".

Hace unos días se puso de nuevo en práctica.

“Yo, Cristina Fernández de Kirchner, juro por Dios, la Patria y sobre los Santos Evangelios, desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de Presidenta de la Nación y observar y hacer observar fielmente la Constitución de la Nación Argentina. Si así no lo hiciere, que Dios y la Patria me lo demanden”.





Sé que es un acto protocolario y desconozco cómo se desenvolvieron los anteriores, pero, ¡rediós!, tanta patria y tanto santo evangelio..., con lo bien que quedaría un poco de Razón.

En fin, deseo buena suerte a mis congéneres argentinos en este nuevo periodo político. Espero por su bien que sólo se trate de protocolo.

Quería llegar a que no tengo la responsabilidad de un Presidente de la Nación, pero cargo con ciertos deberes, ya lo creo. Y ha sido ver a la Sra. Fernández y me han entrado ganas de ponerme solemne. Me levanto, alzo la mano derecha y lo suelto: "Prometo cumplir fielmente con mis ciertos deberes y si no lo hiciere, que es probable y hasta ya ha sucedido, que los gremlins me lo demanden".

sábado, 8 de diciembre de 2007

miércoles, 5 de diciembre de 2007

De civilizaciones antiguas y sonrisas francas

Asomado a la política internacional como un simple y asombrado ciudadano del mundo, reconozco que me es difícil encontrar el tono adecuado ante ciertas realidades. Creo que afrontarlas de forma seria exige contemplarlas de vez en cuando a través del humor más absurdo posible. Se ven mejor.




Agradecido a Joaquín Reyes & Co.