Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

jueves, 29 de abril de 2010

Algunas vidas ejemplares

Entre pleito y pleito apenas hay más vida que la contemplativa. Esto incluye observar vidas ejemplares (además de series admirables o que me lo parecen).

En mi devota infancia, en aquélla en que las vidas ejemplares eran las de santos, Fray Escoba ocupó su lugar, o así creo recordarlo.



Pero en mi descreída madurez y ante tanto revolucionario irracional y despiadado, y tanto reaccionario que presume de buena cabeza, busco mis ejemplos en revolucionarios racionales, que los hubo, y especialmente en aquéllos que vivieron una vida original y dramática, de novela, y dejaron escrito el rastro de una mente preclara. No busco mitos ni santos, sólo brillantes, contradictorios y simplemente mortales individuos que tuvieron el arrojo y el acierto de avanzar por la senda correcta a pesar de lo oculta que estaba.

Coincidieron varios en la Europa y la Norteamérica de finales del siglo XVIII, y algunos no han sido suficientemente considerados, o eso le parece a un iletrado como yo. Me refiero en concreto a Mary Wollstonecraft, una mujer del siglo XXII en un momento en que era incluso difícil ser una mujer del siglo XVIII. Un humano de los que suceden pocas veces y que murió demasiado pronto.


Los simples necesitamos buenos cuentos y bien contados que nos ayuden a ser nosotros mismos y un poco mejores. ¿Para cuándo una buena serie de televisión sobre Mary Wollstonecraft, damas y caballeros?

miércoles, 28 de abril de 2010

¿Dónde está el lila? (Juegos de ayer y hoy)

Sí, M., se trata de encontrarlos. Puede que no se los descubra al primer vistazo, pero jamás dudes de que los lilas se encuentran en algún lugar de cada uno de los dibujos de tu infantil existencia. ¿Qué te voy a decir que no sepas? Solo tienes que recordar un poco.

En tu clase hay más de uno.
Nunca falta un par de ellos en el vecindario.
Bien sabes quién es la lila de la clase de baloncesto.
Qué mal se esconde el lila en la clase de inglés.

Un adecuado espíritu deportivo puede convertir la búsqueda en toda una diversión.


No es un simple juego de niños. Podemos muy bien pasar la vida buscando al lila, felizmente ignorantes de que seamos los lilas a quienes otros buscan.

Sonriamos, pequeña, que hace calor, pero no mucho, y nos invitan al primer sorbo del verano.


domingo, 25 de abril de 2010

Hung


Se estaba poniendo interesante la fase intermedia del inverosímil proceso frente al magistrado Garzón. Los pasos del magistrado Varela por el espesísimo jardín poblado de acusaciones populares rocambolescas y los llamativos esfuerzos del instructor por domarlas hasta el extremo de llevar sus riendas, se representaban durante uno de los agitados actos de la ópera bufa que inevitablemente es el insensato proceso, el mismo que demasiados insensatos observan con indisimulado arrobo.

Pero no estaba para teatros. Me debía a mi serie y tenía que terminarla. Y así fue.



Mi interés por "Hung" fue creciendo progresivamente hasta que el personaje de Jemma, interpretado por Natalie Zea, se adueñó del corazoncito del protagonista y de la historia misma. Y mi interés menguó en cuanto el personaje de Jemma desapareció tal y como debía necesariamente hacerlo.


Malditos y talentosos guionistas. No puedo reprocharles nada. Les esperaré en la segunda temporada.

martes, 20 de abril de 2010

Father & Daughter

Me equivoqué. Fueron las apariencias, la fuerza de lo más evidente y la falta de atención suficiente. Por todo eso creí que era el pequeño J. el que había salido a su padre, pero no. De repente, una inocente charla ha bastado para comprobar que es la pequeña M. la que guarda el parecido más sutil con su padre.

Pobriña mía.




"Father & Daughter" (2000), de Michaël Dudok De Wit, ganador del Oscar del mismo año al mejor cortometraje animado.

jueves, 15 de abril de 2010

The Ghost Writer

El 13 de enero de 2004, poco tiempo después de su formal designación como candidato del Partido Popular a la presidencia del Gobierno y apenas dos meses antes de las elecciones generales de marzo de 2004, Mariano Rajoy fue recibido por el entonces Primer Ministro Tony Blair en su residencia oficial en Londres para un cordial desayuno de trabajo. La hemeroteca de La Vanguardia me recuerda que en un momento del encuentro Tony Blair preguntó a Rajoy si podía llamarle Mariano. "Nano, llámame Nano", imagino que fue la respuesta.

Al día siguiente, durante una reunión del comité federal del P.S.O.E. las cámaras de televisión captaron un intercambio de palabras entre José Bono -quien quiso y no pudo ser candidato a la presidencia del Gobierno- y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, compañeros entonces de pupitre, alusivas al encuentro en Londres:

-J.B.: Oye, y nuestro colega Blair, ése es un gilipollas integral, ¿no?
-J-C R.I.: Nos ha hecho un favor.

José Bono se equivocaba profundamente en algo: Tony Blair no era su colega. Los escenarios políticos son distintos en cada país y siempre resultan inciertas las afinidades entre formaciones en principio semejantes en lo ideológico.

Muchas cosas han sucedido desde entonces a aquellos enfrentados personajes y algunas son parecidas. Tony Blair se ha convertido al catolicismo y José Bono sigue sin perderse la procesión del Corpus Christi en Toledo. Pero hay más. La editorial Random House publicará las memorias de Tony Blair después del verano bajo el título "The Journey". Se dice que ha cobrado por ellas algo más de cinco millones de euros.



José Bono ha convenido con la editorial Planeta la futura publicación de sus memorias. Según parece, ha cobrado setecientos mil euros a cuenta.

No creo que llegue a leer una ni otra, ni a ir a misa. En cambio, sí he tenido tiempo para ver el sábado pasado "El escritor" ("The Ghost Writer"), la última película de Roman Polanski, en una sala prácticamente vacía.



Una intriga muy entretenida que despertó mis ganas de pasar un invierno junto a la playa en según qué casa. Pero soy de los que piensan que excesivas referencias a la realidad suelen perjudicar a las buenas historias de ficción. Así que 7 sobre 10, +/-2, para ser preciso a mi particular modo de no serlo.

martes, 13 de abril de 2010

Radio Days

Necesito las voces de la radio, sea en el coche o para dormirme, o en el baño o al desayunar o después de comer. A veces me divierten, otras me asombran y en ocasiones me enferman, pero siempre acabo buscándolas. Son uno de mis refugios.



Si lo pienso un poco, compruebo que la radio ha ocupado un papel importante en cada etapa de mi vida, incluso en mi angustiada adolescencia. También dependí de la radio, y muy especialmente, en aquellos años en que pasaba en la carretera varias horas al día. Recuerdo que mientras conducía y escuchaba el programa matutino de R.N.E., presentado entonces por Antonio Jiménez (el inefable presentador hoy de "El gato al agua", en Intereconomía), fui advirtiendo el asfixiante ambiente político que se colaba por las rendijas de cualquier espacio público y emanaba de aquel Aznar sin complejos de su segunda legislatura. La radio también me enseñó a detestar a buena parte de los tertulianos, singularmente a los pertenecientes a la mayoritaria especie de los ridículamente previsibles, hasta el extremo de empujarme a escribir un blog para hacer personalmente y a oscuras exactamente lo mismo que ellos, y tan previsiblemente. Tan ridículamente.

Pensé en la radio cuando me enteré de que el domingo pasado murió Juan Manuel Gozalo. Recuerdo que escuchaba "Radiogaceta de los deportes" durante las oposiciones, al concluir cada monótona y gris jornada de estudio. Ayer escuché los comentarios de quienes le conocieron y trabajaron con él en la sección de deportes de R.N.E. Lo han dejado claro en un entrelineado muy evidente que me ha provocado una sonrisa a medias: Juan Manuel Gozalo era un tipo insoportable. Se adivinaba.
D.E.P.



sábado, 10 de abril de 2010

All Imperfect Things

He visto a jueces prevaricar, interpretar descaradamente su delito frente a mis ojos. He conocido a un juez fugado de un frenopático cercano, o al menos es la única hipótesis que explica su comportamiento. Tengo el triste privilegio de observar la degradación diaria de la Administración de Justicia y recomiendo fervientemente a los clientes que no acudan a mí, que solo puedo llevarles a ella. Mucho antes de que el juez del caso Matas atravesara el umbral de la fama con su torpísima resolución, ya había tenido la ocasión de contemplar el injusto y despectivo trato a los imputados dado por algunos jueces de instrucción que olvidan que no les incumbe acusar ni juzgar en las causas que solo investigan.

He visto cosas que no podríais creer.




Exagero, claro, porque también he visto espectáculos menos desagradables, incluso reconfortantes.

Me cuesta formar un criterio en los grandes debates. El tiempo no suele aclararme las ideas, más bien me lleva de un lado a otro y nunca sé cuándo el vaivén ha terminado. Sin embargo, en el asunto de la causa penal contra el juez Garzón por su actuación en el procedimiento que incoó por las forzadas desapariciones de represaliados por el franquismo, el paulatino conocimiento de los detalles del caso y la lectura de los contradictorios puntos de vista han ido reforzando mi primera impresión. Aunque no debo descartar que cualquier día de estos cambie, en este asunto sigo pensando lo mismo, y en parte creo que se debe a lo que he visto. Y como las instituciones de mi país suelen avergonzarme, no me sorprende que esta vez le haya tocado el turno a la Sala Segunda del Tribunal Supremo. A mi juicio, apreciar indicios de prevaricación en un complejo y discutible asunto que enfrenta nuestro pasado histórico al concepto de crimen contra la humanidad, al hilo del descubrimiento y búsqueda del cuerpo del delito (cadáveres en fosas comunes), no se sostiene lo más mínimo. Y cualquier paso que el Tribunal Supremo siga dando en el fétido jardín en el que se ha metido solo contribuirá a su mayor y más irreversible desprestigio.

Hay muchas cosas imperfectas y un buen puñado de ellas está en la Justicia. Exagero, claro, pero menos de lo que quisiera.