Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

martes, 30 de marzo de 2010

Envido (a pares)

Los buenos jugadores de "Poker Texas hold'em" son inteligentes, hábiles en el cálculo matemático y agudos observadores del comportamiento humano. La psicología es muchas cosas, también un conocimiento rentable. En ocasiones los buenos jugadores tienen un aspecto envidiable.



Leo Margets, una jugadora profesional que destacó en el Evento Principal de las pasadas Series Mundiales de Póquer celebradas en Las Vegas en el año 2009.

En el mercado financiero los analistas y los inversores suelen ser inteligentes, hábiles en el cálculo matemático y sumamente racionales al considerar la psicología humana. En ocasiones su aspecto es impecable.



El analista aborda sin miramientos la doble moral de los gobiernos y ciudadanos que satanizan la especulación financiera instantes después de haber permitido y practicado la especulación inmobiliaria. Se agradece la franqueza de un retrato fiel de nuestra pasada e irresponsable vida en las nubes. Pero me pregunto si la hipocresía debe superarse con más libertad para especular o, por el contrario, con más límites a la especulación en atención a la relevancia social del objeto de la apuesta, o a la naturaleza y magnitud de los efectos del juego en las vidas de quienes no visitan el casino.

Salvo una pocha con cervecita y en compañía de buenos perdedores, no me apunto a los naipes. No atino con el cálculo de probabilidades y suelo creer al que miente. Así que me levanto de la mesa. Incluso de la tuya, Leo.

sábado, 27 de marzo de 2010

El Concierto

La película de Radu Mihaileanu no es seguramente redonda, pero acaba siendo tan vibrante como la música sobre la que planea y en la que termina aterrizando.





Pelicula de cine por Filmtrailer.com


El misterio de la música capaz de emocionarnos durante siglos.

Hagan juego

Sólo sé pensar difusamente, entre la niebla. Cuando algo me ronda la cabeza no suelo saber bien de qué se trata ni a donde me lleva. No me preocupo porque sé que siempre hay alguien, en algún lugar, que está dispuesto a aclararlo. A menudo lleva siglos aclarado.

Por eso después de haber pensado en la importancia que creo apreciar en los juegos para el desarrollo humano, y en las oportunidades que brinda el progreso tecnológico en ese campo, no me sorprendió encontrar una referencia que me condujo hasta la entusiasta Jane McGonigal, alguien que parece saber de qué se trata y que viene a rescatarme.




Sea lo que sea, siempre hay alguien que ya lo sabía.

miércoles, 24 de marzo de 2010

J'ai deux amours (au moins)

Llego rendido al refugio. Los ojos me pesan y los besos son cansados y lo lamento. Sólo necesito un instante. Tumbarme sólo un instante, cerrar los ojos y escucharla. Quizá faltaría un cigarrillo de los que ya no fumo.



Ya está. Ya estoy mucho mejor.

lunes, 22 de marzo de 2010

El sexto sentido

Cada expediente contiene los retazos de una historia. Generalmente son aburridas pero a veces me atrapan. Entonces levanto la vista de los documentos y la poso en el personaje que surge de ellos. Como aquel retraído militar que, al poco de la muerte de su padre, comenzó a verlo y a hablar con él. Parece que el delirio expresaba la irremidiable pérdida de la segura y ensimismada vida en el campo cuando era joven y ayudaba a su padre en el pastoreo.



Me pregunto qué relación fue capaz de generar tan vivísimo fantasma y qué sucede en la tortuosa mente que visita, y debo cerrar la carpeta casi con un nudo en la garganta.

Con retraso, feliz día del padre.

lunes, 15 de marzo de 2010

La cinta blanca (una de miedo)

Es común el uso de imperceptibles instrumentos que moldean y refuerzan nuestra rabia y la necesidad de desahogarla violentamente. Son instrumentos de tortura. Produce escalofríos contemplar su aplicación a niños transformados en animales rabiosos.

Tal vez Michael Haneke, director y guionista de "La cinta blanca", ha querido con su película reflexionar concretamente sobre los orígenes psicológicos del nazismo, pero creo que finalmente cuenta una historia sobre, más en general, una -porque hay más- de las silenciosas fuentes de la violencia, que la va acumulando en el lugar adecuado para ser bruscamente derramada en el momento propicio. Ocurre y ha ocurrido aquí y allí, y no tiene que ver solo con el fascismo. Se trataría de la sistemática inspiración de temor como eficiente fábrica de brutalidad.



El placer del cine a veces está en el desasosiego que me causa. Y como la película me gustó, supongo que debo de estar en ella. Me da miedo pensarlo pero será mejor admitirlo y cuanto antes. Pudiera ser éste...



...aunque espero que liberado a tiempo.

jueves, 11 de marzo de 2010

An Education

Dejo a los pequeños a la puerta del colegio cada mañana y no puedo evitar pensar en qué clase de centro de detención los deposito, en qué sentido tiene someter a la pequeña al miedo que le inspiran las temibles fracciones que su compañero Andrés maneja tan hábilmente, tan odiosamente, o qué razón hay para consentir los nervios del mayor cuando toca música y hay que soplar una indomable flauta.

Me siento perdido y ya es costumbre. Defiendo las virtudes de la educación tanto como percibo la violencia que requiere. Pero como es norma de la casa, termino comprendiendo lo que no me gusta, o convenciéndome de lo que comprendo, o conformándome con torcer el gesto ante lo que quiero creer necesario, dejándome llevar mientras veo que les llevan. Procuro no engañarme: sé que no es más que una tentadora mezcla de comodidad y pereza, y una evidencia de mi incapacidad para tomar las riendas de nada.

Fin del innecesario prólogo.

"An Education" es una película basada en un libro autobiográfico de la periodista Lynn Barber.



Como siempre salgo en las películas que me gustan, resulta que en ésta soy el padre. Y considero un deber proclamar que mi hija, interpretada por Carey Mulligan, está radiante.

jueves, 4 de marzo de 2010

Puppet



Tuve dos profesores de inglés en mis cuatro años de instituto, o eso creo. El viejo S. y el otro. Llegué a dominar la caricatura de S., con su calva y bigote, su aspecto encorvado y esa simpática estampa de auténtico inglés. Al otro, en cambio, nunca lo dibujé. No logro recordar su nombre. Solía llamarnos, divertido, ¡jenízaros! y nosotros le apodábamos el Marioneta. El cruel mote era preciso: a causa de algún grave trastorno motriz, aquel profesor tenía muchas dificultades para andar y coordinar sus manos y brazos. Los miembros, retorcidos, se movían descontroladamente como los de un muñeco manejado por un torpe titiritero.

Un día nos invitó a su casa a un pequeño grupo de alumnos -seríamos tres o cuatro-, para ver una película en versión original. Recuerdo que se trataba de la comedia "What's Up Doc?" y que no me enteré de prácticamente nada. También recuerdo mi creciente incomodidad a medida que algunos odiosos compañeros reían por un giro del guión que yo no había podido descifrar. Nos quedamos charlando después de terminada la película. De la conversación solo recuerdo que el Marioneta nos contó lo mucho que le gustaban los documentales de animales. Fui sincero y dije que a mí no.

Puede que la última vez que le viera fuese en el último curso del instituto. Por aquel entonces la enfermedad ya no le permitía seguir dando clases y conservo la imagen del Excalibur, un profesor de ciencias cuya caricatura también tenía dominada, empujando la silla de ruedas por el centro. El Marioneta murió poco después.

Estos son los límites de mi mala memoria en relación con aquel hombre y el grotesco, pequeño y fragmentado panorama que logro componer y del que echo de menos un nombre. Han pasado más de veinte años, hace tiempo que los documentales de animales me fascinan y no me perdono no haber vencido entonces el pudor para interesarme por el estado de aquel estupendo profesor de inglés, lamentándome de las insalvables distancias que la edad, el carácter o las circunstancias pueden marcar entre el alumno y esos buenos tipos con los que a veces se tropieza.

Si he vuelto por un momento a echar la vista atrás, a aquel borroso bachiller, es debido a que ando enfrascado en la cuarta temporada de "The Wire", otra espléndida producción de la HBO. Una vez más se confirma: yo soy yo y mi serie (de circunstancias).