Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

jueves, 27 de marzo de 2008

Vecchio diario

Pensé que lo había destruido hace tiempo. Me sorprendió reconocerlo allí arriba, asomando en la estantería colocada encima de la ventana del viejo cuarto de J. y mío. Tengo la impresión de que antes no estaba allí, lo que refuerza la sospecha de que ha sido examinado recientemente por alguno de mis padres. La idea no me incomoda. Parece que con el tiempo disminuye el pudor, el valor de lo íntimo.

Lo cogí impulsado por la curiosidad por mí mismo y por la necesidad de preservarme. Es tentador recuperar un rastro tan directo de hace más de veinte años. Autopaleoantropología, aproximadamente. Lo traje a casa y lo escondí. Se ve que pese a todo, lo íntimo es siempre íntimo. Y ayer empecé a leerlo, despacio.

No he podido evitar una sonrisa amarga al recordar mis tribulaciones por Rocío durante los primeros años de facultad. Y me alegro de no guardar en la memoria el contenido de las páginas que arranqué en octubre de 1984 por temor a que alguien pudiera asociarme con ellas.

Ya lo he concluido y voy a romper lo que queda de él. Es un documento decepcionante. Un cansino relato de subidas al cielo y bajadas al infierno en un viaje emocional que sólo podía tener un final, y un espejo en el que puedo verme reflejado demasiado bien.





-Lamento que así fueran las cosas, Miguel. Pero si te soy sincero, es que no quiero ni saberlo.

martes, 25 de marzo de 2008

Estampa de Semana Santa

Uno asocia de manera exclusiva y errónea a Japón con grandes y modernas ciudades. Sin embargo, es uno de los países con mayor masa forestal en proporción a su superficie. En el sorprendente Japón también hay lugar para macacos autóctonos.

(Macacos japoneses -"macaca fuscata"- despiojándose a saber dónde).

Una hembra de esa especie, llamada Imo, adquirió fama mundial después de unos sorprendentes acontecimientos que tuvieron lugar en los años cincuenta. Fue entonces cuando la hábil Imo introdujo la práctica costumbre de lavar con agua las batatas que los humanos arrojaban a los macacos para su alimentación, consiguiendo así quitar la incómoda e indigesta arena. Imo también descubrió la técnica de separar los granos de alimento de los de arena sumergiéndolos en el agua, aprovechando el hecho de que la arena se precipita al fondo más rápidamente. Esas novedosas costumbres fueron extendiéndose por el grupo, desde los individuos más próximos a la pionera hasta otros, transmitiéndose después a través de las sucesivas generaciones.

Interesante asunto antropológico –más que zoológico— éste de la génesis y transmisión de la cultura de los macacos japoneses. Hay detalles confusos en la historia que no he conseguido despejar en una búsqueda atolondrada –como es mi costumbre- por la red. Se cuenta que al principio los tubérculos se lavaban en agua dulce y después en salada, una vez descubierto el sabroso toque del agua marina. Pero también he leído que las batatas siguen siendo lavadas incluso cuando se encuentran completamente limpias, es decir, también cuando el lavado carece de utilidad. Este punto, que desconozco en qué medida es exacto, es el que me resulta más sugerente. Hay que lavar siempre la batata, incluso con agua dulce, no debe comerse sin un previo remojo…

…Andaba en ello cuando resonaron las trompetas anunciando el lento paso de una artística imagen de un hombre cruelmente torturado. No sé si fue antes o después de leer que en el manifiesto del P.N.V. con ocasión del Aberri Eguna de este año se afirmaba que “es el momento de dar el salto cualitativo como Pueblo”, porque “conseguir el reconocimiento real y efectivo de nuestro Pueblo como sujeto político constituye hoy [¿cuándo no?], la clave de nuestra acción política”…

…Como todo resonaba confusamente, acabaron por superponerse las imágenes para componer una coherente estampa de Semana Santa en la que no faltaba de nada: procesiones, cirios, banderas, patrias y macacos lavando tubérculos ya por mera costumbre. Todo por simple tradición.

martes, 18 de marzo de 2008

Ubicuo

I) Así que Barack Obama tiene (tenía) una especie de reverendo de cabecera o algo similar que no sé bien qué significa. En realidad ahora sé que significa que Obama tenía (tiene) un problema. Leo que el candidato demócrata está en apuros por encendidas proclamas pasadas del Reverend Dr. Jeremiah A. Wright, Jr., oportunamente recuperadas por los rivales políticos de Obama y que transitan entre el God Bless America y el no, no, God Damn America.

(God observa el asunto con sumo interés para saber a qué atenerse finalmente).


II) George W. Bush debe mucho al predicador evangelista Billy Graham. El hijo de éste, William Franklin Graham III, fue el encargado de poner a God en el lugar que le correspondía al comienzo del primer mandato presidencial, allá por enero de 2001. “Now, O Lord, we dedicate this presidential inaugural ceremony to you. May this be the beginning of a new dawn for America as we humble ourselves before you and acknowledge you alone as our Lord, our Savior and our Redeemer. We pray this in the name of the Father, and of the Son, the Lord Jesus Christ, and of the Holy Spirit. Amen”.

(A God le gusta que le llamen Lord y sonríe al comprobar que las oraciones se entienden sin necesidad de traducirlas, tan familiares ellas).

(Retrato de William Franklin Graham listo para ser colgado en la pared de la peluquería).

III) Cristina Fernández de Kirchner juró por Dios y sobre los Santos Evangelios su cargo de Presidenta de la Nación, y se encomendó al severo juicio de Dios y de la Patria si lo incumplía.

(Ignoro si la Patria tomó nota. Dios, con una libreta en la mano, me dice que Él sí).



IV) En diciembre de 2007 Nicolas Sarkozy recibió el título de "Canónigo honorario" de la Basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma. En su discurso dijo que "si incontestablemente existe una moral humana independiente de la moral religiosa, sin embargo la República tiene interés en que exista también una reflexión moral inspirada en convicciones religiosas. Primero, porque la moral laica siempre corre el riesgo de agotarse o de derivar hacia el fanatismo cuando no va vinculada a una esperanza que llene la aspiración a lo infinito. Y además, porque una moral desprovista de lazos con la trascendencia está mucho más expuesta a las contingencias históricas y finalmente a la fragilidad".

No sé, no sé. No sé si Nicolas Sarkozy cree realmente lo que dijo, si lo pensó bien o se limitó a leer lo que le escribieron.

(En cualquier caso Dios sonríe, me da un golpecito con el codo y guiña un ojo mientras escucha resonar en la catedral las palabras del canónigo, digo del Presidente de la República laica).

(Traducción libre del pie: a Nicolas le da por la botánica).


Así que es cierto lo que dicen de Él. Está por todas partes.

viernes, 14 de marzo de 2008

Fiestaaaaa, fiestaaaaa

Sólo yo sé lo que me apetece ir a ciertos guateques. Nadie puede hacerse una idea. Ni remota.

lunes, 10 de marzo de 2008

Paisaje después de la batalla

Algunos saltan. Algún rostro revela cansancio y pesar. Se agitan muchas banderas y dudo que se pueda pensar bien zarandeando un palo. Alguien parece haber dicho adiós.

Comienza una nueva legislatura y arranca conforme a lo esperado. Mañana es 11-M y el aniversario debe servir para recordar a las víctimas y también para subrayar que gran parte de la verdad sigue aun oculta. Nunca como ahora ha sido tan importante que la prensa independiente cumpla con su función social. Les prometo que sabremos estar a la altura de lo que este momento exige (últimas palabras del director de El Mundo, tipo talentoso siempre a la altura de las circunstancias, en un encuentro digital con sus lectores, hoy, 10 de marzo de 2008). Y el nacionalismo, ese elemento históricamente distorsionador, esa fuerza que empuja en dirección contraria a la civilización y el progreso, promete condicionar nuevamente la tortuosa vida pública. Y UpyD es demasiado pequeña para forzar la apertura de un diálogo que lleve a la necesaria reforma constitucional que conviene a nuestra democracia. Y pese a las palabras que oigo, no percibo un sincero ánimo de concordia.

Y ya veremos.

Cómo echo de menos un poco de entusiasmo.

viernes, 7 de marzo de 2008

Patologías

Glenn Gould, un bello caso patológico.





Hoy necesitaba algo que oponer a otras crueles y sanguinarias patologías.

jueves, 6 de marzo de 2008

Rumbo sur-suroeste (II). Un vistazo atrás.

Así como desde mi feliz encuentro con la astronomía divulgativa no dejo de sentir el vértigo de nuestro permanente viaje espacial, el hecho evolutivo y la selección natural que lo impulsa me obligan a mirarme a mí mismo con asombro e incredulidad. ¿Cómo no sentir pasmo ante el muy probable hecho de no ser nada más que una cápsula de genes naturalmente seleccionados a lo largo de sucesivas réplicas, ocasionalmente erróneas, generadas a lo largo de unos pocos miles de millones de años? Una cápsula que finalmente ha tomado conciencia de sí misma, cierto, pero aunque el detalle resulte fascinante debemos ser modestos. Si llevamos el actual conocimiento científico a sus últimas consecuencias tendremos que conformarnos con admitir que somos un mecanismo biológico que, por puro azar, ha tomado conciencia de que... no es más que un mecanismo biológico consciente. Es un pequeño círculo que revela nuestro verdadero tamaño. Y para considerar adecuadamente nuestra minúscula importancia conviene recordar que no hay ninguna evidencia de que nuestra existencia responda a propósito alguno. Más bien hay evidencias de lo contrario.



De modo que el conocimiento presente de nuestro nuestro pasado revela que somos algo insignificante y puramente accidental, que no responde a ningún plan conscientemente diseñado y que no cumple más función biológica que la de preservar genes favorecidos por la selección natural. Al menos ésa ha sido nuestra trayectoria hasta ahora. Pero el futuro ya no puede ser igual, y no tanto por estar facultados generosamente para proponernos objetivos y disponer de una creciente capacidad de alcanzarlos, sino por contar cada vez con mayor experiencia y conocimiento de nosotros mismos.

Conocer los complejos, casuales y larguísimos procesos que nos han precedido equivale a saber lo que esencialmente somos. Y saberlo es indispensable para afrontar el futuro en condiciones más racionales y beneficiosas, para trazar mejores rumbos. O así lo creo, aunque a veces me parece que no. Como cuando un envoltorio de genes favorecidos por la selección natural hace vibrar el aire con este sonido: “Señor Ministro de Defensa, muévame diez batallones hacia la frontera de Colombia. De inmediato”.



La penosa escena ofrece, sin embargo, un momento impagable: la fugaz imagen de un azorado Ministro de Defensa obligado a recordar su época de escolar, con expresión de cagarse en las muelas del que le ha llevado engañado a “El diario de Patricia”.

Ya me he perdido. Sé que de algún modo la culpa es de los genes.

martes, 4 de marzo de 2008

Rumbo sur-suroeste. El verdadero cuaderno de bitácora (I)


Una vez oí un vaticinio que no he olvidado. Aunque sería muy útil retener los pronósticos para comprobarlos al cabo del tiempo, lamentablemente casi siempre los olvidamos. No sé por qué aquél no. Fue hace muchos años y en la primera época de “La clave”, aquel programa de televisión en el que José Luis Balbín fumaba en pipa y Carlos Pumares seleccionaba la película que precedía al coloquio. Con frecuencia había invitados extranjeros y ahora mismo me parece escuchar la extraña entonación de una de las intérpretes, que me imaginaba alta. Estaríamos a finales de los años setenta o comienzos de los ochenta cuando en aquel programa un hombre, que recuerdo razonable, afirmó que la tasa de desempleo (muy alta por entonces) no podía reducirse por la sencilla razón de que las máquinas hacían cada vez más innecesaria la mano de obra. Mi padre asintió y yo me quedé involuntariamente con la copla. El tiempo ha transcurrido, la actividad económica ha evolucionado, hemos presenciado transformaciones sociales y el pronóstico ha fallado. Pese a todo, no hay nada que reprochar al analista. Comprendo que no puede predecirse de forma mínimamente precisa el futuro cuando hablamos de procesos históricos y sociales, y menos aún en un momento especialmente incierto y vertiginoso.

Es sólo una anécdota que refleja la evidencia de que, con independencia de nuestros deseos, no podemos estar seguros de adónde nos dirigimos. Incertidumbre que no me tranquiliza pero tampoco me inquieta. Lo que me importa realmente es que sepamos elegir un buen rumbo hacia lo desconocido. Ahí está nuestra responsabilidad. Al fin y al cabo los humanos, a lo largo del tiempo, no somos más que pasajeros embarcados en una dispersa flota navegando por un océano sin límite conocido. Y aunque no conozcamos el puerto de destino, aunque no exista, hay rumbos mejores y peores. Se sabe de varios que han llevado directamente al naufragio.

En eso ando últimamente, en tratar de averiguar el rumbo correcto o de encontrar el camino que me permita conocer las coordenadas. Algo que me supera. Para empeorar las cosas, la travesía me está mareando. Tendrán que disculparme un momento. Voy a la borda.

Fdo.: pálido grumete Di Blasino tratando inútilmente de hacerse con el diabólico astrolabio.