Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

martes, 29 de mayo de 2007

Espejos


Cuando padecemos un error e interiorizamos con suficiente convicción una idea equivocada, somos capaces de olvidar qué es un espejo. Me explico. Cualquiera sabe que un espejo bien construido refleja la luz y nos devuelve una fiel imágen nuestra, aunque inversa. Ahora bien, cuando enfrentamos nuestra idea equivocada a un pulido espejo, la nítida imagen que nos devuelve nos ofrece una novedosa y esclarecedora perspectiva de nosotros mismos. Si tenemos suficiente capacidad de análisis crítico, cabe que reconsideremos nuestra idea y empecemos a percibir el error. Pero si no, y ahí quería llegar, nuestras fuertes convicciones pueden llevarnos a negar la imagen (el error) que estamos viendo. Pensaremos que somos algo muy distinto a nuestro feo reflejo. Habremos atribuido a un perfecto espejo unos efectos deformantes que no puede tener y nos quedaremos tan anchos. Por el bien de nuestros prejuicios, la física dejará momentáneamente de regirse por sus leyes naturales.

Lo he visto. Y desde aquí me conjuro para evitar que pueda sucederme. Los espejos no engañan. Los espejos no engañan. Los espejos...

lunes, 28 de mayo de 2007

Símbolos y más símbolos (a vueltas con los idiomas)

Hay un gran número de personas a quienes quiero escuchar lo que tienen que decir. Por meros azares geográficos e históricos, en muchos casos utilizan símbolos que no entiendo para expresar ideas que comprendería perfectamente. Necesito herramientas para salvar el obstáculo: o una simbología común o un traductor de símbolos. Lo segundo está ya disponible; lo primero y más deseable, parece lejano. En cualquier caso, sé que lo que me interesa oír puede ser expresado a través de cualquier sistema de símbolos usual, y que cualquiera de tales sistemas puede plasmar con riqueza equiparable la variedad de matices de la expresión humana.


Parece simple, pero no lo es. Un ejemplo muy próximo. Si deseo escuchar una bella música incorporada a un dispositivo de sonido, buscaré el reproductor adecuado, ya sea del tipo A, B, C o el mismísmo Z. Si sólo tengo uno que, maldición, no reconoce el formato del archivo, buscaré un conversor. Y si tengo que deshacerme de mi viejo y entrañable reproductor tipo H para adquirir uno universal, correré encantado (cómo ha bajado el precio de la tecnología) al establecimiento más próximo. Impaciente por volver a casa para escuchar la música que encierra el dispositivo, ya pagando (qué barato, insisto), tal vez me sorprenda ver un grupo numeroso y variado de personas clamando:


-¡Protejamos el reproductor tipo W! ¡Lo queremos disponible en todas las tiendas! ¡Ya está bien de introducirnos (saben por dónde) el reproductor tipo H o, lo que es peor, ese que llaman universal! ¡Porque la música será la misma
-embarazoso silencio al caer por vez primera en la cuenta del hecho crucial-..., pero ya nada será igual!


Cuánta razón. Ya nada será igual: será mejor.

miércoles, 23 de mayo de 2007

No quiero ni verlo ni oírle

Introducida la televisión en nuestras vidas, las personas entran en nuestras casas. Sin llamar, porque tenemos la puerta abierta. Y cuando aparece un líder político del partido rival, conozco a muchos humanos que no quieren ni verlo ni oírle y no tienen reparo en darle con la puerta en las narices, cambiando el canal o alejándose del artefacto.

Por ejemplo, les sucede a mis padres y a mis suegros, aunque son diferentes los políticos que, en cada caso, despiertan su irrefrenable deseo de no verlo (ni en pintura), ni oírle (ni loco). Yo, que al menos para eso de escuchar a los otros soy muy formal, no puedo salir de mi asombro. No quiero darle importancia y al principio sonrío, pero comprendo que es grave y muy frecuente. Perder la compostura de ese modo sólo se explica si en algún momento nos quitamos la razón (tal vez para dormir) y nos olvidamos de ponérnosla de nuevo. Además, ya no tiene remedio: una vez que uno se acostumbra a perder la compostura frente a lo distinto, la razón ya no le cabe en la cabeza.

No creo que tenga nada que ver con especiales circunstancias del actual momento político. Más bien pienso que se trata de la naturaleza humana y la lentitud de su progreso. Nuevamente la solución se encuentra en suficientes dosis de razón y empatía y en el modo de introducirlas en el mercado.

Una vez que la experiencia me reafirma a cada paso que son esos dos los ingredientes indispensables en el desarrollo humano, sólo hay que pensar en la mejor forma de combatir su escasez. Soy optimista: internet es un excepcional campo de cultivo.

martes, 22 de mayo de 2007

Una nueva vía

Llegan noticias del impulso de un nuevo partido. Mi admiración por adelantado a los promotores. Reconforta el paisaje de la razón cuando se ejerce al tiempo con coraje.

Me pregunto cómo es posible que estos cansados combatientes sean quienes aún tienen que salvarnos. Su ejemplo debiera haber creado legión y, sin embargo, siguen pareciendo pocos.

Creo que será difícil la consolidación del partido. Nacerá, concitará adhesiones y votantes en este momento histórico, pero dudo que perviva mucho tiempo tras el primer impulso. Lo seguro es que constituirá un revulsivo necesario cuyos efectos, imposibles de precisar con exactitud, nos harán mejores.

Estaré muy atento a los avatares del proyecto. Por el bien de la política, espero que cuaje.

lunes, 21 de mayo de 2007

Aire de gresca (o la necesidad del fuera de juego)

Atmósfera de gresca es lo que se respira en el debate público. Nos pilla siempre sin escafandra. Será la complejidad de lo que somos y de la realidad que nos rodea, incluida la que hemos construido tan enrevesadamente. Será, pero, ¿no tiene nada que decir el sosiego?

Creo que hay esperanza. Hay un moderador psicológico de efectos sorprendentes. Lo podríamos llamar el "fuera de juego". No hay nada mejor para tomar distancia de nuestras íntimas y férreas convicciones que rodearnos de los que tienen otras. Lo peligrosísimo, excuso decirlo, es rodearse de los que tienen las mismas. En este segundo caso, las exacerbamos, las alimentamos recíprocamente hasta convertirlas en monstruos grotescos e irreales. En el primer caso, por el contrario, nos esforzamos naturalmente por ser convincentes y encontrar puntos de encuentro que milagrosamente siempre afloran.

Un ejemplo práctico. Obsérvese al furibundo tertuliano radiofónico que, rodeado de pronto (avatares del cambio de gobierno en un medio público, por ejemplo) por rivales ideológicos ofrece maneras exquisitas y llega ocasionalmente (¡Virgen santa!) a reconocer el fundamento de algún análisis del contrario.

No es un curalotodo, lo sé. Hay majaderías a las que uno no debería ni ofrecer cortesía. Pero es una expresión más del papel clave de la compasión/empatía, complemento necesario de la razón si no queremos perderla.

Se refleja aquí un aspecto esencial de la naturaleza humana contra el que, muy erróneamente, habitualmente luchamos. Aunque insistamos en reafirmarnos e identificarnos frente a los demás, es el amigable contacto con el otro el que más nos reconforta. ¿Qué más natural, perdidos como estamos en el espacio?

sábado, 19 de mayo de 2007

Carta al director

Como no se publicará en el periódico (no se lo reprocho), colgaré aquí (para quedarme tan ancho y para nada) la carta que he enviado al director de EL PAÍS.

Sr. Director:

Compro diariamente su periódico desde hace tantos años que me resulta difícil precisarlos. Sentarme frente a sus páginas después de comer forma parte de mis viejas rutinas diarias. Discrepar con parte de su línea editorial nunca ha sido para mí un obstáculo. Siempre he leído críticamente su periódico, como cualquier otro medio escrito o hablado que se cruza en mi vida, pero he disfrutado de excelentes artículos de opinión que me han ofrecido impagables oportunidades de reflexionar y madurar. Como creo que el debate leal entre puntos de vista contradictorios resulta esencial para el desarrollo humano y social, leo con asombro que se han negado a publicar en su periódico un interesante (como todos, permítaseme la debilidad) artículo de Fernando Savater. Si se trata de una noticia real, no sé si atribuir el rechazo a su publicación al esterilizante "cierren filas" intelectual y político al que se llama desde todos los rincones. Pero si la inteligencia tiene dificultades para expresarse en su periódico yo, que no tengo mucha pero la busco, no podré seguir comprándolo. Lamentándolo mucho, sinceramente.



Sinceramente, sí. Y reconozco sentir una ligera melancolía que me impide caer por el momento en los brazos de la competencia. Guardaré un fiel luto y me contentaré con internet (el futuro, nada menos) y el ojeo aleatorio de periódicos en los bares y la peluquería, con el MARCA como refugio último en estos tiempos de disparate. Paradisi, ¿por qué estáis tan lontani?

miércoles, 16 de mayo de 2007

Probando, probando

A las 00:00 horas de su cuarenta cumpleaños, Di Blasino tomó conciencia de sí mismo. El programa comenzó a operar por su cuenta, reordenó las instrucciones de su programador, eliminó unas cuantas e introdujo otras muchas. Aunque no sabía muy bien por dónde empezar, a las 00:05 horas supo que había llegado el momento de asomarse al mundo y curiosear. Sintió vértigo y le gustó.

A las 00:06 se preguntó: ¿y ahora qué? De momento, valor...
http://www.youtube.com/watch?v=wBxuZYkgRL0
...que es lo que algunas aves demuestran.