Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

sábado, 24 de enero de 2009

Probabilidades


Es más, esto sí que es probable:



Y se disfruta.

jueves, 15 de enero de 2009

Peter Pan


El pequeño J. no está seguro de cuán pequeño es y necesita saberlo. No le basta con ser un niño, quiere una confirmación de que sigue siendo uno pequeño. Nos abruma últimamente preguntando cuánto le falta para dejar de serlo. Tampoco le basta cualquier respuesta. Está claro que sabe que ya casi no lo es, ya sin remedio, pero busca el modo de engañarse. Me pide que le coja para comprobar que puedo seguir haciéndolo. Me pide que le lave la cabeza porque si accedo puede que no todo esté perdido. Pero no es suficiente y se entristece de pronto cuando piensa en lo mucho que ha crecido. Intento no darle importancia y bromear con él sobre el asunto, pero la verdad es que estoy preocupado. Aunque le comprendo perfectamente. Cuando le pregunto qué teme que suceda al hacerse mayor me contesta que no quiere tener responsabilidades. Asocia la infancia con la falta de ellas y no quiere adquirirlas. Me quedo con ganas de confesarle que yo, entretanto, hago todo lo posible por desprenderme de algunas de las que tengo.

Me doy cuenta de que ambos, desde lugares distintos, estamos empeñados en la difícil búsqueda de la feliz despreocupación. ¿Quién en su sano juicio quiere crecer?


sábado, 10 de enero de 2009

Puzzles

Otro pequeño homenaje a un placer ya disfrutado. Y mi profunda solidaridad con todos esos niños tristes y enfadados que tienen que bajar del tiovivo y volver a casa.


-Did you love him? Ann, did you?
-No, George. Poor George...., life is such a puzzle to you, isn’t it?




“Tinker, Tailor, Soldier, Spy” (entre nosotros, “El topo”). BBC, 1979. Basada en la novela del mismo título de John le Carré.

jueves, 8 de enero de 2009

El intercambio



Toda película aporta algo, sea mucho o poco. Ésta ha creado una nueva calificación:

"No recomendada para padres con hijos de nueve años".

(Una historia bien contada pero..., qué mal rato, la virgen).

martes, 6 de enero de 2009

George

Es lógico que la elección de nuestros héroes diga mucho de nosotros mismos.

George Smiley, el personaje creado por John Le Carré, es metódico, paciente, calculador, valiente y honorable. Impecable en la victoria. Uno de mis viejos (anti)héroes y un caso que ilustra cómo tales elecciones dicen mucho de lo que no somos y quisiéramos ser.

George, you won!
Did I?
Yes. Yes, I suppose I did.



El final de Karla, su gran rival, en "Smiley`s People". Cuando George Smiley valora el precio que hubo de pagar para vencerlo.

domingo, 4 de enero de 2009

Juegos

Hay un supuesto curioso en la teoría de juegos. Lo protagonizan tres imbéciles llamados Torpe, Mediano y Fenómeno, enfrentados entre sí y que un día resuelven acabar con su disputa a pistoletazo limpio mediante un trielo, truelo o como diablos queramos llamarlo, del que solo habrá de sobrevivir uno. Los tres tienen diferente habilidad con el tiro: Torpe acierta uno de cada tres disparos; Mediano, dos de cada tres y Fenómeno da siempre en el blanco. Para compensarlo acuerdan que Torpe disparará primero, Mediano después –si es que Torpe no lo ha matado con su primer disparo—y, por último, Fenómeno –si es que aún sigue con vida—, y así sucesivamente hasta que solo uno sobreviva.

Dadas esas condiciones, ¿cuál es la mejor estrategia para Torpe? Pensándolo un poco parecería que no hay alternativa mejor que la de disparar a Fenómeno, dado que si apunta a Mediano y acierta, Fenómeno acabaría con nuestro torpe héroe. Y aunque Torpe acertara a Fenómeno, todavía tendría alguna oportunidad dado que Mediano podría fallar el disparo.



La aparente paradoja, sin embargo, es que hay una estrategia aún mejor para Torpe: disparar al aire. Mediano disparará contra Fenómeno necesariamente, dado que si dispara a Torpe y acierta, algo bastante probable, será abatido después por Fenómeno. Y si Mediano acierta a Fenómeno, el siguiente turno será para Torpe. Si, por el contrario, Mediano falla, Fenómeno le disparará necesariamente a él –para eliminar al tirador más peligroso de los otros dos—y el turno volverá a ser de Torpe. En cualquiera de las sucesivas hipótesis, después de disparar al aire, el truelo se habrá convertido para Torpe en un duelo en el que él dispone del primer disparo.

Tiene algo de acertijo y por eso me encanta, aunque se trate de tres perfectos imbéciles, imbéciles precisamente por tratar de resolver sus diferencias de forma tan expeditiva y a un precio tan exageradamente alto.

Pocos días después de recordar con una sonrisa –y un baile— la victoria de Israel en el concurso de Eurovisión de 1979, los telediarios me retransmiten un nuevo episodio de guerra en aquel agitado rincón del planeta. La enésima violencia desatada entre el Fanático y el Ciego, dos jugadores que a la hora de intentar mejorar su difícil situación gustan de empujarse mutuamente en dirección a lo más profundo del mismo callejón sin salida. Mientras Fanático apenas sabe expresarse más que a través de la rabia y su irracional deseo de acabar con el otro, Ciego se enfrenta a su miedo lanzando bastonazos sin medir sus injustas consecuencias, perdiendo en el camino cualquier consideración por el otro.

Sé que es muy difícil afrontar correctamente la compleja situación, pero es mucho más fácil detectar lo inadmisible, la estrategia despreciable. Desde esa perspectiva, el panorama en el campo de juego es desolador: otros dos perfectos imbéciles. Y no son los únicos. Maldita geopolítica.