Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

viernes, 18 de junio de 2010

La última estación

Los escasísimos grandes humanos, si son verdaderamente grandes, son los primeros en considerar sus imperfecciones. Los muchos devotos, sin embargo, si somos verdaderamente devotos, somos incapaces de concebir las imperfecciones de aquellos a quienes admiramos en exceso. De modo que, precisamente por el respeto que merece la grandeza, sobran las devociones, salvo que sean muy imperfectas.




“The Last Station” (2009), de Michael Hoffman.

Basada en la novela de Jay Parini sobre los últimos días en la vida de Leon Tolstoi, narra grandezas, devociones e imperfecciones en Yasnaya Poliana y en la estación término.

En otro tiempo habría vuelto a verla en seguida. Ya no, por mucho que también salga en ésta, precisamente con uno de mis más frecuentes y cargantes disfraces, cada vez más polvoriento: el de perseguidor de héroes o sueños o fantasmas, que en realidad son lo mismo.


martes, 15 de junio de 2010

Péplum

El calor asfixia Capua. Es la vida en mitad de la mugre, la violencia y la barbarie, aunque no parece haber aires mucho mejores más allá de los límites de una República que aún no sabe que sucumbirá, y donde Cornelio Léntulo Batiatus, la verdadera alma de la primera temporada, tiene grandes planes y un destino. Y a saber por qué, yo, Pacificus Zeligus, quiero ver todo eso de cerca mientras me revuelco en el detritus de una brutal civilización.



Spartacus, Blood and Sand (Starz Entertainment, 2010). Excesiva y sanguinolenta, desde luego, pero con una trama que va ganando pulso, sostenida por personajes que van adquiriendo consistencia. Se recomienda, no obstante, verla con una bacinilla a la vera y no precisamente para las pipas.

jueves, 10 de junio de 2010

Arrullo

No puedo tener más sueño. Si lo tuviera estaría dormido.

Una nana estaría bien, Hélène.



Merci.

domingo, 6 de junio de 2010

Cine y vocaciones

En el periódico local entrevistan hoy al que fue Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura. Todo un personaje. Afirma que su vocación como fiscal nació del protagonista de "Matar un ruiseñor" (1962).



Mi caso es diferente. La primera vez que vi aquella deliciosa película, el personaje de Atticus Finch no me pareció un ejemplo profesional, sino un modelo humano. Así que prefiero pensar que mi tardía vocación de picapleitos la despertaron personajes de otra pasta, menos excepcionales o más bien nada excepcionales en absoluto.

Espero que no se me olvide: en mi futura entrevista tendré que citar al abogado Wirf de "Nobody's Fool" ("Ni un pelo de tonto", 1994).