Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

jueves, 30 de agosto de 2007

Unos pocos hilos


A veces me animo a poner por escrito alguna reflexión sobre la condición humana. Son pequeños apuntes sobre algo que de pronto me ha rondado la cabeza sin saber muy bien cómo. Es probable que sólo recuerde lo que alguna vez oí o leí. En cualquier caso son simples intuiciones que no he madurado suficientemente y que plasmo a vuela pluma, pero que quiero dejar anotadas antes de que me olvide de ellas, como los sueños que a veces sólo retenemos unos instantes al despertar. Tal vez más adelante vuelva sobre la idea para profundizar en ella, confirmarla o desecharla como un equivocación. Ya veremos qué me enseña la experiencia.

Aclarado por qué a veces me pongo serio y lo poco que pretendo con ello, últimamente tengo la impresión de que las cosas son más simples de lo que creía. Ya lo he dicho en alguna otra parte. Y lo que me parece ahora más simple es la propia condición humana. Me da en la nariz que todos estamos hechos de unos pocos hilos en cierta forma comunes. No me atrevería a dar un número, pero con ciertas variaciones en longitud, grosor y color, diría que con tres o cuatro hilos podría tejerse cualquier humano. Percibo que tenemos necesidades muy similares y que nuestras vidas no son más que un intento más o menos infructuoso de satisfacerlas. El azar biológico y vital hace que en cada individuo el tejido sea distinto, aparentemente muy distinto. Pero si prestamos atención al detalle, si seguimos el rastro de los hilos veremos los mismos tres o cuatro que todos tenemos. Podremos ver miedos, deseos, frustraciones y satisfacciones similares y millones de veces repetidos en el tiempo y el espacio, aunque en diferente medida o mezclados en diferentes formas.

Por eso empiezo a sospechar que no hay personas complicadas. Es sólo que tienen los hilos muy enmarañados. Pero como no hay nudo que no pueda deshacerse, con paciencia podemos deshilar el tejido para hallar lo de siempre, lo que todos.

La búsqueda de felicidad y afecto es una de las pocas hebras, tal vez sobre la que giran las demás. Debería fijarme más en el diseño del tejido y en las otras fibras que se emplean en él. De momento me quedo con la necesidad de simplificar, simplificar, simplificar y simplificar. Sólo así se empiezan a resolver las ecuaciones humanas.


8 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya, pues menos mal que era una reflexión somera, jejeje. Muy buena la metáfora. La idea me parece muy acertada, al final todo es sencillo, por mucha filigrana que nos empeñemos en mostrar al final todos queremos lo mismo, aunque a veces se nos olvide.

Lenny Zelig dijo...

Si un buen observador está de acuerdo con la idea no puede ser muy desacertada.
Deseo que así sea porque la simplicidad me reconforta. Un saludo.

Anónimo dijo...

Es muy interesante el tema que hoy aborda usted, y he leído y releído el post con mucho agrado. Le doy la razón totalmente, amigo Miguel.

A "simplificar" lo aparentemente complicado sólo se aprende después haber tratado con mucha gente, supongo. La experiencia es un grado.

Lenny Zelig dijo...

El asunto de los hilos puede servir para lo que comentábamos el otro día, aviadora. Puede ser que el humor universal sea el que de alguna forma conecta con esos hilos comunes para burlarse de ellos. Aunque en esto del humor creo que las cosas no son tan simples.

Anónimo dijo...

Ay, sí, el humor. Concepto aparentemente sencillo -por ser algo inherente al ser humano- pero sobre el que no es fácil teorizar. Es casi un chiste, que en eso seamos seres "simples-complejos".


Un abrazo, Miguel. Empieza un sábado, empieza septiembre, acaba el verano. ¿No le gustan los paisajes de otoño?

Lenny Zelig dijo...

Me gustan los paisajes de otoño pero septiembre..., siempre se me atraganta. La única forma de hacérseme soportables estos últimos días es forzándome a no pensar en los que se avecinan. Y me cuesta.

Anónimo dijo...

Ay, no, Miguel, anímese con septiembre, por favor. Es la vuelta a la actividad, a lo cotidiano (¿ya salió con los niños a comprar el material escolar? ja, ja). ¡No entiendo por qué no está contento! Además, todo el mundo está más guapo con la ropa de entretiempo, y el paseo por los parques es tan agradable...

Lo que sí es cierto es que ya no podré pasar tanto tiempo con ustedes, camaradas; eso sí me apena. Espero que haya un ratino todas las noches para mantener la amistad. Así que por favor no se deshaga de las polainas, Blogguerman. 1B.

Lenny Zelig dijo...

Es una lástima despedirse de la ropa de verano: con ella se aprecian mejor mis músculos... de la cara.

Por supuesto. Aunque bajemos el ritmo, habrá siempre un momento para ponerse las polainas y mantener el contacto. Ya oigo el aullido de los adolescentes... El comienzo del curso se aproxima. Me alegra verla con ánimos.