Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

miércoles, 22 de agosto de 2007

Собака

He vuelto a ver “Ojos Negros” de Nikita Mikhalkov. Sigue tan deliciosa como siempre. Ha sido grato reencontrarme con el personaje de Romano, el protagonista interpretado por Mastroianni. Un niño grande que acaba traicionando con inconsciente crueldad el amor de la desdichada Anna y sus propios sentimientos. También ha sido doloroso reencontrarme con la inocencia de la atormentada rusa.

Hay una escena que define muy bien a los dos personajes. Es su primer encuentro en el balneario. Romano acaba de despedir a unos amigos –en realidad a una amiga y a su marido— que han pasado por allí a saludarle. Antes, en el desayuno, bromeando con su amiga y cuando llegaba el marido de ésta, ha fingido tener dolores en las piernas y dificultades para caminar. Son los que justificarían una estancia en el balneario que en realidad no tiene explicación. Anna, que aún no ha intercambiado ninguna palabra con Romano y desayuna en una mesa cercana, lo ha visto marcharse renqueante y apoyado en sus amigos. Por eso cuando Romano despide a éstos y se queda solo en el jardín, Anna, que está cerca paseando a su perrillo, le ofrece su ayuda para caminar. Y comienza su historia. Los protagonistas quedan retratados desde el primer momento: Romano es mentiroso y juguetón como un chiquillo, y Anna, para su perdición, generosa y confiada.

El sonido va algo adelantado y hay una molesta marca de agua del editor de video no registrado con el que he extraído el corte. Todo muy profesional. Pero ahí va.



Me he informado en un diccionario on-line que en ruso “perro” se dice “coбака”. Desconozco su fonética pero podría tratarse de la palabra milagrosa de la escena. De momento la daré por buena. Y la probaré. Coбака! Coбака! Coбака! Coбака! Coбака! Coбака!

Me siento mucho mejor.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Hummm, no sé qué decir. Confusa estoy. La muchacha es ingenua a morir, el caballero se las trae, el perro hace muy bien de personaje secundario... Tal vez tengo que ver la peli entera, el título es muy sugerente.

Los diccionarios "on-line" me hacen mucha gracia. Los profes nos matamos intentando inculcar en los alumnos el gusto por el manejo de los diccionarios/enciclopedias y bueno, ya me entiende usted.
Como dijo Ibarra muy públicamente: "todo está en google, para qué necesitamos a los maestros". No comment.

¿Qué tal pasó el día, mi atractivo caballero italiano?

Lenny Zelig dijo...

Un día más de ociosísimas vacaciones. Como duren mucho más voy acabar convertido en algo inerte.

Las cosas on-line no tienen competencia posible, profesora. Y fomentan el uso de los diccionarios: desde que puedo consultar en internet el diccionario de la R.A.E. lo hago muchísimo más a menudo que cuando tenía que acudir al libro. Creo que hay que fomentar la lectura, sin duda, pero el libro es un mero soporte más, y en lenta retirada, ¿no le parece?

Anónimo dijo...

EHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!

O retira usted lo que ha dicho sobre los libros, O LE RETIRO LA PALABRA.

Google no "huele", ni se puede "subrayar", ni se puede "regalar", ni se puede "llevar" en una mochila para matar los tiempos ya de por sí muertos, carajo.

Uy, uy, que nuestra amistad está en peligro, Miguel. Retire sus palabras, ¡se lo suplico!.

O aquí va a correr la sangre. Mucho.

Lenny Zelig dijo...

Nadie le va a quitar sus libros. Ni su mochila. Pero el tiempo le ofrecerá (le ofrece ya, qué diablos) dispositivos diminutos en los que llevar, no un libro, sino miles. Y se hará algo para que usted pueda subrayarlos, anotarlos e incluso incorporarles música si le apetece y donde le apetezca. Se hará algo para meter flores prensadas en el dispositivo y añadirle olores. Y podrá regalar (o transmitir) su ejemplar comentado y enriquecido a quien usted quiera. Incluso podrá ofrecérselo al mundo, si le placee. La tecnología no amenaza a la literatura. Para mí, y sin dudarlo, le abre enormes posibilidades. Y los libros..., bien, no veo próximo su final, pero no comprendo un sentimiento de amenaza. Nadie los quemará y subsistirán mientras signifiquen algo a alguien. Pero yo no soy un coleccionista ni un fetichista. Se lo dice alguien que no está a la última en tecnología: los objetos no me interesan. Las ideas y los contenidos, sí. La forma de aprehenderlos, no.

Y ahora, ¿qué? ¿Nos ponemos en guardia? ¿O espalda contra espalda, damos diez pasos y que sea lo que sea? Le propongo que hablemos, leamos y escribamos, donde y como sea. Y que aprovechemos la red, entre otras cosas, para conocernos.

Pero si aun así quiere matarme (¡qué carácter!), hágalo rápido. Déjeme que le diga: el golpe, aquí.

Anónimo dijo...

No hable usted así de los libros, oiga.

Ya no quiero ser su amiga, snifff.

Lenny Zelig dijo...

Tengo que haberme explicado muy mal. Lo siento. No arremeto contra los libros, sino que me alegro por la literatura. Por la que sólo podía contarse cuando apenas había escritura, por la que pudo finalmente universalizarse gracias a la imprenta y su desarrollo, y por la que cada cual puede de alguna forma publicar hoy a golpe de clic. Me alegro por el buen momento de la comunicación humana, a la que los libros tanto han contribuido, claro que sí, pero que la última tecnología está transformando tan radicalmente.

Me gustan los libros. Sigo adquiriéndolos sin ton ni son pese a las advertencias en casa de que ya no hay sitio. Pero sé que el libro es esencialmente un producto de la tecnología al servicio de la divulgación de las ideas humanas. Y la tecnología progresa, también por el bien de los bosques. Respeto a quien sienta pasión por los libros, pero ya le digo que los objetos no me apasionan. Me apasionan los sueños, los anhelos y el afán de conocimiento de los humanos, y me interesa todo lo que permita acercarse a ellos.

También me gustan los discos de vinilo, donde la música parece poder verse en los surcos. Pero como lo que verdaderamente me interesa es la música, acepto encantado esos discos pequeños y brillantes de surcos invisibles que han venido a sustituirlos.

No sé qué será de los libros –tal y como los conocemos ahora— en el futuro. Pero como creo que la historia de la comunicación humana va por buen camino, no pienso luchar contra ella ni preocuparme por adónde nos lleve.

Y después de esta perorata, insisto. Perdóneme si la he ofendido. Respeto sus pasiones.

Anónimo dijo...

Le perdono porque me ha traído usted violetas. Y me encantan las violetas.

Un abrazo, amigo.

Nootka dijo...

Nikita es el director de la que era mi peli favorita hasta que vi "Qué he hecho para merecer esto", que en este momento está en el top one. Y la peli era "Urga, el territorio del amor", y se ven unos paisajes de mongolia... qué paisajes, que historia, qué personajes, que director tan apañaó!!!

Lenny Zelig dijo...

Vaya, para apañao, el salto que ha dado: de la estepa al deprimente piso del barrio. Alguien podría pensar que ha salido perdiendo con el cambio.
Almodóvar es también un director muy apañao. (Pegadiza la palabrita. Estoy apañao).