Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

viernes, 21 de septiembre de 2007

Tío Vania y el cambio climático



Me gustaba leer obras de teatro, aunque de eso hace ya mucho tiempo. El teatro es un arte que nunca me ha decepcionado. Es cierto que desde la periferia no he tenido muchas oportunidades de disfrutarlo, pero también me reprocho no haberlas buscado suficientemente. El caso es que el otro día me puse a leer de nuevo algo de teatro.

"ELENA ANDREEVNA (a Astrov).- Es usted todavía joven. Representa usted tener treinta y seis o treinta y siete años, y la cosa, seguramente, no es tan interesante como dice. ¡Bosques, bosques y bosques siempre!... ¡Se me figura que es muy monótono!
SONIA.- No... Es muy interesante. Mijail Lvovich, todos los años planta nuevos bosques, y ya ha sido premiado con una medalla de bronce y un diploma. Se preocupa también de que los viejos bosques no se pierdan. Si le oye usted, acabará siendo de su opinión... Dice que los bosques adornan la tierra y enseñan al hombre a penetrar en sus maravillas, inspirándole grandeza de ánimo... Que los bosques dulcifican la severidad del clima y que en los países donde este es más benigno, se consumen menos fuerzas en la lucha con la naturaleza, por lo que el hombre allí es más suave y más tierno. Allí -dice- la gente es bella, flexible, fácil a la sensibilidad. Su lenguaje es fino, sus movimientos gráciles, florecen sus ciencias y su arte; su filosofía no es sombría, y su relación hacia la mujer está impregnada de una gran nobleza.
VOINITZKII (riendo). - ¡Bravo, bravo!... ¡Todo eso resulta grato, pero nada conveniente!... Por tanto... (A Astrov.) Permíteme, amigo mío, que continúe encendiendo mis estufas con leña y construyendo mis cobertizos de madera.
ASTROV.- Podrías encender tus estufas con turba y construir los cobertizos de piedra; pero, bueno..., admito que se corten por necesidad, pero destruirlos... ¿por qué? Los bosques rusos crujen bajo el hacha, perecen millones de árboles, se vacían las moradas de los animales y de los pájaros, los ríos pierden profundidad y se secan; desaparecen, para nunca volver, paisajes maravillosos, y todo porque el hombre, perezoso, carece del sentido que le haría agacharse y extraer de la tierra el combustible. (A Elena Andreevna.) ¿No es verdad, señora?... Es preciso ser un bárbaro sin juicio para quemar en la estufa esa belleza... Para destruir lo que nosotros somos incapaces de crear... Si el hombre está dotado de juicio y de fuerza creadora, es para multiplicar lo que le ha sido dado y, sin embargo, hasta ahora, lejos de crear nada, lo que hace es destruir... Cada día es menor y menor el número de bosques... Los ríos se secan, las aves desaparecen, el clima pierde benignidad, y la tierra se empobrece y se afea. (A Voinitzkii.) Me miras con ironía, como si todo cuanto estoy diciendo no te pareciera serio... Y puede que, en efecto, sea una chifladura...; pero cuando paso ante bosques de campesinos, a los que he salvado de la tala, cuando oigo el rumor de un joven bosque plantado por mí, reconozco que el clima está algo en mis manos y que si, dentro de mil años, el hombre es feliz, será un poco por causa mía... Cuando planto un pequeño abedul, al que veo después verdear y mecerse con el viento, se me llena el alma de orgullo y... (Viendo avanzar al mozo con la copa de vodka..) A todo esto... (Bebe) ya es hora de marcharse. Esto, seguramente, es una chifladura. ¡Tengo el honor de saludaros!..."


“Tío Vania” (1899). Antón Chéjov.

Se ve que bastaba cierta sensibilidad para apreciar los riesgos un siglo antes. No sé si alegrarme o entristecerme. Reconforta tropezarse con la cordura en el pasado, tanto como descorazona comprobar que sigue escaseando. No hay manera con esta especie.

Vamos con ese trago de vodka. ¡Salud, Mijail!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Miguel, buenas noches.
Me encanta este post y comparto su adoración por el teatro. Me apena constatar que efectivamente, no corren buenos tiempos para el género: escasean sus lectores y escasean los ejemplares de obras dramáticas en todas las bibliotecas. Con lo mediáticos que fueron Lope y Shakespeare en su época, en fin.

Le doy toda la razón al personaje de Sonia: así es la idiosincrasia de las naciones que han surgido de los bosques. Leyendo su preciosa apología a la naturaleza he creido encontrar por fin la justificación al carácter de los pueblos escandinavos, sin duda poseedores de una cultura "superior".

Un apunte, Miguel. Sus conclusiones me dejan triste porque siempre tienen ese tono melancólico de alguien que sufre "la insoportable levedad del ser" en su propio pellejo. La empatía hacia el género humano hace de usted un hombre quijotesco pero tremendamente vulnerable. Supongo que ya lo sabe. Supongo que ser así le gusta. A mí también me gusta que sea usted así.

Mi agradecimiento por invitar a Chéjov a vodka. Los escritores rusos se merecen que hagamos todos los viernes un "botellón". Bonita noche para usted.


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PD: la canción francesa ha hecho estragos en el corazón de varias mujeres. Stephen también se la ha apropiado. Le damos las gracias por la propuesta musical, y por favor, no deje de ponerme al tanto de nuevos descubrimientos.

Lenny Zelig dijo...

Menudos, los escandinavos. No sé si serán superiores, pero lo han venido pareciendo. Iban unos cuantos años por delante de nosotros. Creo que afortunadamente vamos alcanzando su paso. Así que, pese a todo, parece el progreso social existe.

Y en cuanto al teatro, también soy optimista. Tal vez se leerá menos, aunque no creo que nunca se haya leído mucho. Pero siempre gustará porque los humanos necesitan que les cuenten historias. Y que lo hagan personas de carne y hueso a unos pocos metros de distancia tiene un encanto insuperable.

Ya es otro día y otra noche. Le deseo que ésta también le sea bonita.

Y por supuesto, si me tropiezo con algo que piense que pueda interesarles a Stephen y a usted, no dudaré en contárselo.