Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

sábado, 15 de septiembre de 2007

Nuestro pequeño mundo

Lamentable y tediosa cháchara -tal vez no- de un viejo sentimental y caduco, de corto conocimiento, que no ha venido a este mundo a descubrir sus misterios. Es mejor que ignore los grandes interrogantes y aproveche las escapatorias.

El tío Gustav Adolf y su pequeño mundo tangible.


"Fanny y Alexander". 1982.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin lugar a dudas el protagonista va bajando ya la curva -utilizo su metáfora-, pero por eso mismo sabe muy bien de lo que habla. El pequeño y tangible mundo es la única tabla de salvación, la pena es que sólo nos percatamos de ello o bien cuando ya es tarde y somos unos viejos caducos, o bien cuando la vida nos echa un pulso que no podemos rehusar.
Supongo que las personas soñadoras sufrimos mucho en este mundo tangible porque no queremos asumir que no hay otro. Pero lo que es incuestionable es que el instinto de supervivencia es el común denominador de todos los humanos ("los hilos entrelazados" de lo que usted hablaba).

En fin, hoy es domingo, estoy aún en pijama, vienen mis amigos a comer, tengo tres camaradas bloggueros que escriben cosas bonitas... imposible no disfrutar del mundo tangible.

Un abrazo, M.

Lenny Zelig dijo...

De vez en cuando conviene recordar la importancia de los pequeños placeres que nos ofrece la vida real, a pesar de sus amenazas. Pero los sueños también son necesarios, una escapatoria imprescindible creo.

Así que habrá que soñar y, entre sueño y sueño, disfrutar de lo que nos rodea. La tradicional receta tan aparentemente simple como verdaderamente difícil.

Le deseo una feliz jornada, camarada. Un abrazo.

Anónimo dijo...

plas, plas, plas, para qué decir más?

Lenny Zelig dijo...

Me alegra que lo aplauda. De vez en cuando se precisan discursos vitalistas y humanos. O eso o estamos perdidos.

Anónimo dijo...

Buenas tardes, Miguel. Quería preguntarle quién es la que canta "Jeux d´amour", no podía aguantarme más.
El caso es que odio todo lo relacionado con la cultura francesa porque el 75% de mis novias eran profesoras de francés (ironías de la vida, yo no sé nada de ese idioma). Parece que ejercen una rarísima atracción sobre mí, ja ja.

Nada, se lo cuento para que se eche unas risas a mi costa. Y también es una excusa para pasar a saludarle porque le echo mucho de menos. En verano nos veíamos más; ahora el pequeño mundo tangible es un poco triste...

Un abrazo.

Lenny Zelig dijo...

He ido hasta su casa para hablarle de la música, para que me oyera mejor.

En lo demás, es cierto que ya nos vemos menos. Pero no vamos a permitir que lo nuestro sea una amistad de verano, ¿verdad? No, claro que no.