Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

domingo, 9 de septiembre de 2007

Si lo sé, no vengo

He hablado de las películas que vi demasiadas veces. En ocasiones pienso en las que vi una sola vez y fue demasiado. En las que si lo sé, no vengo. Me refiero concretamente a esos dramas desgarradores, tragedias de principio a fin que te mantienen angustiado durante casi dos horas y al concluir te dejan salir de la sala arrastrando el alma por la moqueta, mascando un amargo caramelo que te asegura ese desagradable sabor de boca que no se va con enjuagues ni gárgaras, sólo con el tiempo.

No comprendo el encanto del drama nauseabundo. Me es casi imposible apreciar su valor artístico. Salvo un propósito de denuncia que a veces es sólo una excusa, no encuentro utilidad ni interés al reflejo del espanto para contemplarlo con atención y en silencio.

De lo que estoy seguro es de que es más fácil construir el horror. Es una cualidad humana. Si me pregunto por la crueldad, es cerrar los ojos e imaginarme mil formas de ejercerla con el éxito garantizado. Si me pregunto cómo hacer feliz a alguien, la tarea no es tan simple: hay que considerar lo que necesita y en qué medida, y nos asaltan las dudas y no estamos seguros de conseguirlo. Por eso los telediarios son como son, porque los humanos siempre estamos imaginando formas de barbarie. Porque nos resulta más fácil.

Y es que el otro día me acordé de “Requiem por un sueño” y coloqué su tema principal en la caja de al lado. Está basada en una novela que me imagino cerrando según la abriera. Un desasosegante y sórdido drama que no da tregua. El relato del definitivo desplome de cuatro desesperados personajes que recrea con detalle sus golpes con los salientes del barranco durante la caída. Sin piedad.



En el cine de terror, que ya no frecuento, percibo cierto aire lúdico, como esa emoción que supongo –yo no me subo, ni loco— en las atracciones de feria que nos intimidan. Pero el crudo relato de la destrucción humana me desarma. Me cuesta encontrar las razones que pueden llevar a escribirlo primero y a convertirlo en imágenes después. Supongo que no serían muy diferentes de las que me impiden levantarme y marcharme durante la proyección, aunque ahora mismo no sabría explicarlas. Tal vez hipnosis.


P.S.: Por supuesto, lo que verdaderamente deseo es derretirme.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

No he podido acabar de ver el vídeo, para este tipo de cosas soy bastante miedosa y cobarde, y además se me paraliza el sentido del humor. Yo, al igual que usted, tampoco entiendo el regodeo en lo macabro (como si la vida real no nos crease ya suficiente desasosiego).

A propósito, curioseando en el Corte Inglés me encontré por un módico precio la peli "Algo en común". La compré sin dudar porque siempre tomo en consideración las casualidades; la reservo para esta noche, y todas las risas se las dedico a usted.

Me encanta "Spanish Harlem", la asocio a mi primer y único campamento de verano y a mi primer beso. "Zorba" la bailé el año pasado en una tasca de Atenas (estaba un poquino borracha) y ahora al escucharla me dan ganas de tomarme un yogurt, ja ja.
Me maravilla el poder evocador que tiene la música; ¿por qué las melodías tienen ese mágico efecto en nosotros? por favor, contésteme usted, que es un hombre sabio y agudo en sus reflexiones.

Gracias por las dosis novelescas y por los regalos musicales, eh. Y no cuelgue usted más vídeos chungos de éstos, porque si lo sé yo tampoco vengo.

Lenny Zelig dijo...

No querría haberla asustado. Pero es que el trailer es tan angustioso como la propia película, y por ello explicaba muy bien de qué estaba hablando.

Confío en que le guste "Algo en común". Pero no espere de ella nada más que una agradable historia de amor con cierto toque de humor absurdo. Ya me dirá.

¡Qué envidia me da! Ya querría yo poder asociar "Zorba" con una tasca "in situ" o "Spanish Harlem" con un primer beso. Espero que ninguna música que cuelgue le traiga un mal recuerdo.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

No he visto la película, aunque conocía la música, usada hasta la saciedad para promocionar muchas otras, incluso la vi en un trailer de Las Dos Torres, en fin. Ciertamente resulta más difícil hacer feliz a alguien que desgraciado. Trasladándolo al cine podríamos decir que es más complicado hacer sentir bien al espectador, incluso sonreir, vamos el objetivo de la comedia, que plantarle un dramón sensiblero. Pero curiosamente lo que se lleva los premios y el prestigio es eso: el drama "humano", la desnuda visión de la sociedad, el análisis descarnado y bla bla bla. Uno puede llegar a pensar que cuanto más hecho polvo salga del cine mejor es la película que ha visto. En cuanto al motivo para contar esas historias, supongo que el valor testimonial o el intento de exorcizar algún fantasma puede estar en la cabeza de la lista, pero no sé si hasta qué punto el saber que un dramón da "prestigio" y sobre todo premios afecte también, por muy guays que sean los directores que pasan de todo eso y solamente desan contar historias sencillas. ja!

Y sin embargo vamos a verlas...

(vaya, me está costando sacar mi propia entrada de hoy y menuda parafada le dejo aquí como comentario)

Lenny Zelig dijo...

Si ha tenido la suerte de no haberla visto, Daniel, no la vea. Yo la vi por error y la terminé por curiosidad, o porque a mitad de la historia estaba tan sonado que ya no podía reaccionar.

Pero tendré cuidado en lo sucesivo para no cometer un error similar. No pienso a invertir ni un instante de mi ocio en delirios ajenos en formato pesadilla, así ganen premios. Ya sabe que yo quiero derretirme, no temblar.

Anónimo dijo...

Hum, pues no sé, ahora me pica la curiosidad, menos mal que últimamente voy poco por el dividi-club. Aunque si al menos no deja indiferenete eso que gana. A mi Babel, por ejemplo, me dejo completamente frío, bueno en realidad ni frío ni caliete, ya me entiende, por muy obra de arte que digera la crítica a mi me dejó igual, bueno igual tampoco con una sensación de timo, lo mejor de la proyección fue un ataque epiléptico que le dio a un espectador, con eso lo digo todo.

Lenny Zelig dijo...

Le confieso que ahora, por imperativo familiar y a veces con gusto, lo que frecuento son las películas infantiles. No sé si por eso o por otras razones, mi relación con el cine está dando un giro en el que "Requiem..." y lindezas similares ya no tienen
cabida.

"Babel" no la he visto, aunque la incomunicación sí es un tema que me interesa. Pero si me sirven angustia, francamente, prefiero quedarme sin comer, aunque me pierda un espectáculo (epiléptico). Vaya susto.

my blue eye dijo...

Ah, a mí "Réquiem por un sueño" me parece una buena peli, aunque indudablemente desagradable (pero ¡qué grande es la Connelly!). Eso sí, estoy de acuerdo con que es fácil desagradar retratando la destrucción. Y por eso "La edad de la inocencia" es una peli infinitamente más delicada y maravillosa.

¿Qué diría, entonces, de "Persona", del desaparecido Bergman? Yo la vi el mismo día en que vi "Réquiem..." y la recuerdo con el mismo desagrado.

Lenny Zelig dijo...

Connelly. Usted la ha mencionado y yo debería haberlo hecho antes. Puede que fuera ella la que me atara a la butaca y es seguro que su paseo por el infierno fue el que más amargura me causó.

No he visto "Persona". Pero la verdad es que tenía pendiente volver a ver "Fanny y Alexander" y explorar algo de la filmografía anterior de Bergman. Aunque no sé qué voy a hacer. Ando buscando infantilmente sensaciones de bienestar y eludiendo complejidades. También en el cine. A veces pienso que estoy en el camino correcto y a veces me parece que sólo es que he dejado de buscarlo.

Mientras me aclaro, le felicito por ese estómago capaz de soportar ciertas sesiones continuas.