Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

jueves, 11 de febrero de 2010

De uso tópico

Creo que la mala conciencia es el sarpullido que provoca una empatía para la que no estamos preparados, un síntoma de nuestra resistencia a la compasión, ese incómodo virus, y el picor de la consecuente reacción alérgica. Nada grave: hay pomadas. Visto con frialdad, es sólo la enésima prueba de nuestras debilidades y contradicciones, y una consecuencia de la encharcada ruta que marca nuestro instinto de supervivencia.

Por eso no me parece del todo justo el implacable reproche que suelen hacer a la mala conciencia, y al torpe y egoísta modo en que tratamos de curarla, aquéllos que usan permanentemente mascarilla para cuidarse de que la piedad les contagie. Ignoran que con frecuencia también tienen un sarpullido y que también pica: la mala conciencia por no tener mala conciencia. También hay pomadas para ello y el principio activo no es muy diferente.

Salvo honrosas excepciones, así andamos casi todos, malamente concienciados de un modo u otro, rascándonos. Pero como hay una nevera, aunque esté vacía y no tenga ni tiempo ni recursos para llenarla, cojo otro imán y lo coloco.



A la salud de los que sí se comprometen.

2 comentarios:

Daniel dijo...

Gracias por el imán, otra vez.

Lenny Zelig dijo...

No, a usted.