Creo que la mala conciencia es el sarpullido que provoca una empatía para la que no estamos preparados, un síntoma de nuestra resistencia a la compasión, ese incómodo virus, y el picor de la consecuente reacción alérgica. Nada grave: hay pomadas. Visto con frialdad, es sólo la enésima prueba de nuestras debilidades y contradicciones, y una consecuencia de la encharcada ruta que marca nuestro instinto de supervivencia.
Por eso no me parece del todo justo el implacable reproche que suelen hacer a la mala conciencia, y al torpe y egoísta modo en que tratamos de curarla, aquéllos que usan permanentemente mascarilla para cuidarse de que la piedad les contagie. Ignoran que con frecuencia también tienen un sarpullido y que también pica: la mala conciencia por no tener mala conciencia. También hay pomadas para ello y el principio activo no es muy diferente.
Salvo honrosas excepciones, así andamos casi todos, malamente concienciados de un modo u otro, rascándonos. Pero como hay una nevera, aunque esté vacía y no tenga ni tiempo ni recursos para llenarla, cojo otro imán y lo coloco.
Por eso no me parece del todo justo el implacable reproche que suelen hacer a la mala conciencia, y al torpe y egoísta modo en que tratamos de curarla, aquéllos que usan permanentemente mascarilla para cuidarse de que la piedad les contagie. Ignoran que con frecuencia también tienen un sarpullido y que también pica: la mala conciencia por no tener mala conciencia. También hay pomadas para ello y el principio activo no es muy diferente.
Salvo honrosas excepciones, así andamos casi todos, malamente concienciados de un modo u otro, rascándonos. Pero como hay una nevera, aunque esté vacía y no tenga ni tiempo ni recursos para llenarla, cojo otro imán y lo coloco.
A la salud de los que sí se comprometen.
2 comentarios:
Gracias por el imán, otra vez.
No, a usted.
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