La pequeña quería ver “Carlitos y el campo de los sueños”. El mayor, otra mucho más interesante. La felicidad de los niños exigía un sacrificio y para eso estamos. Me ofrecí voluntario para acompañar a la pequeña mientras hacía un esfuerzo sobrehumano para no arrastrar los pies, o para que al menos no se notara. La cita fue a las 17:45 h. y la experiencia no defraudó: fue exactamente tan horrible como cabía imaginar. Para hacerse una idea de los papelones de José María Pou y Gustavo Salmerón sólo diré que Miliki les roba los planos. Miliki, qué tío...
No es una película apta para todos los públicos, sino solo para una parte pequeña de la sociedad. Muy pequeña. Lo importante es que a M. le gustó, tanto como a mí “La vida de los otros”, unas pocas horas después. Bendito cine. Una historia sobrecogedora a partir de una hipótesis prácticamente imposible: la empatía del verdugo.
Ahora que se indaga tan conflictivamente en nuestro propio pasado, los espantosos dramas vividos en nuestra península en el pasado siglo casi parecen menores comparados con los padecidos en ciertas partes de Alemania en los cincuenta y seis (1933-1989) interminables años –ni uno menos— de vida de la Violenta Sinrazón Sobre Sus Cabezas, de ese aire absolutamente irrespirable suspendido en el tiempo sin solución de continuidad. Hasta que se abrieron las ventanas. Bendita ventilación. Ya digo, bendito cine, éste sí para todos los públicos.
2 comentarios:
Yo este finde me quedé castigado sin pantalla grande. Pero a lo que iba, que no hay nada como picar la curiosidad, ¿qué película eligió el mayo?
"viaje al centro de la Tierra". Incluso sin gafas, no hay color comparado con el Carlitos de los...
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