Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

domingo, 7 de octubre de 2007

Sin referencias



1.- Creo que soy noruego. Al menos trabajo como camarero en un restaurante noruego o en Noruega. Es pequeño, con sólo seis mesas. Soy feliz con mi bandeja. La dueña es una mujer japonesa mayor que yo. Me dice que la siga y llegamos a un almacén oscuro a través de una puerta disimulada en el baño. Allí abre una botella de vino y se marcha. Yo me quedo tomando un gin-tonic. Al cabo de un rato vuelve y me dice que ya se ha ocupado ella de atender las mesas. Y después entran los clientes en el almacén y pasan a otro comedor contiguo. Podré ocuparme de servirles la cena.

2.- Algunas parejas de amigos vamos por una calle peatonal en busca de un bar donde tomar algo. Llegamos hasta la puerta de un local y nos damos cuenta de que ése no es el que buscamos, que está en el otro extremo de la calle. Vuelta atrás. En el trayecto de regreso veo cómo una amiga pediatra corre con una niña en brazos. La lleva hasta un puesto de socorro en la misma calle y empieza a realizar maniobras de reanimación. La niña se incorpora llorosa: sólo estaba dormida.

Al final encontramos el local y entramos en él. Hay varios clientes y todos están en un completo silencio que rompemos ruidosamente los recién llegados. Intento hablar en voz baja, pensando que molesto. Una pareja sentada en una mesa al lado nos pide que les dejemos oír la televisión que está encendida. Les digo que deben comprender que se hable en el establecimiento. Parecen entenderlo.

3.- Voy al hospital para informarme del resultado de los análisis de ella. Me siento al lado de la médico. Los resultados han sido buenos. La médico me dice que ha hablado mucho con ella, refiriéndose a temas personales. Y que debemos cuidarla, sea quien sea el que finalmente lo haga: yo o el otro, su mejor amigo. La médico rompe a llorar y se marcha.

Hacía tiempo que no recordaba los sueños. El otro día, sin embargo, al despertar recordé esos tres. Me llamaron la atención y apunté unas palabras en una hoja para no olvidarlos. Creo recordar que siendo más joven prestaba atención a mis sueños y que encontraba en ellos referencias a sucesos o sentimientos. A lo mejor no era tan simple, pero lo cierto es que en esos tres últimos sueños sólo me explico la presencia de la señora japonesa. Para lo demás no tengo ninguna referencia, ni para los lugares ni las personas.

La verdad es que no me interesan demasiado los sueños. No sé hasta qué punto me equivoco, pero los considero simples juegos cerebrales involuntarios que no están llamados a tener necesariamente sentido, y que cuando lo tienen nada dicen que nuestra consciencia no sepa o pueda saber. Prefiero la vigilia porque en ella opera la razón y no me interesa indagar en un hipotético inconsciente.

Ahora bien, como me gusta que me cuenten historias, no dejan de sorprenderme gratamente esos momentos en los que yo mismo me cuento algunas de las que nada sé.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

No subestime los sueños, durante la vigilia el cerebro sigue trabajando a mayor ritmo si cabe, ya que no tiene que preocuparse del estrés de controlar un cuerpo más o menos rebelde, y sin la contínua sobrecarga de información de los puertos de entrada. Yo he encontrado solución a más de un problema en un sueño, si bien por lo general no dejan de ser interesantes películas en primera persona.

my blue eye dijo...

Los sueños son divertídisimos, incluso las pesadillas. Lo son en el terreno emocional. Poco más pueden apotarnos que una dosis quizá purificada de algunas emociones.

Lenny Zelig dijo...

Daniel: nunca he tenido sueños tan reveladores como alguno suyo. Mi cerebro debe de quedarse en estado de hibernación o bajísimo consumo mientras duermo. Así me cuesta horrores reiniciarme por la mañana.

My Blue Eye: ¿pesadillas divertidas? Qué valor. Hace mucho que no tengo o recuerdo ninguna, pero sí me acuerdo de lo vulnerable que me hacían sentir.

Nootka dijo...

Hace mucho que no recuerdo mis sueños, pero a veces me han revelado cosas importantes, especialmente de mis relaciones con los demás. Pero, como dice Daniel, por lo general no dejan de ser interesantes películas en primera persona.
Hace años leí un poco de Jung, "El hombre y sus símbolos", y aprendí mucho de lo que significaban los elementos de los sueños. Me gustó ese libro, de hecho debería reelerlo y dedicarme a recordar mis sueños por las mañanas. Es muy gratificante.
Gracias por hacerme pensar en ello.
:)

Anónimo dijo...

A mí me interesan más los sueños despiertos. El mundo no es un lugar amable para los soñadores, por eso los admiro tanto, y me parecen unos auténticos campeones. Y por eso le admiro a usted, Miguel, porque sólo le falta el caballo Rocinante. Se lo regalaré en navidad.

Un beso. Canción muy seductora, ¿dedicada a las muchachas de ojos castaños?

Lenny Zelig dijo...

Nootka: no sé qué pensaría Jung de Paco Martínez Soria soñándose como un feliz camarero noruego. Me temo que empezaría a hablar de frustraciones, deseos de irse lejos, romper con todo... y tendría que hacerle callar.
-[:-D (emoticono con boina).

Aviadora: Me gustaría que tuviera razón y yo fuera un soñador, pero no sé. En cualquier caso me apresuro a dedicarle la canción, a ciegas, unknown eyed girl (o como diablos se diga). Un beso.