Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

sábado, 2 de junio de 2007

El año de la ciencia



Es una buena idea, pero no es suficiente. No entiendo cómo no estamos celebrando la era de la ciencia. Si nos enfocamos adecuadamente, y para ello precisamos alejarnos unos cientos de miles de kilómetros, hay dificultades para encontrar sentido a nuestra existencia. Investigar el universo que la cobija es una de las pocas razones que lo consigue. La ciencia ha progresado de forma vertiginosa en los últimos siglos, cada vez más aceleradamente y con mejores canales de divulgación. El mundo gira en torno a la tecnología que ha propiciado el progreso científico. Lo sabemos, pero en realidad vivimos al margen del profundo y auténtico significado de la ciencia. Enfrascados en nuestros compromisos diarios, en nuestra sofisticada supervivencia, no tenemos tiempo para asombrarnos y disfrutar del sorprendente mecanismo del cosmos. La realidad natural es mucho más fascinante que la convencionalmente construida por las sociedades humanas. Y no lo vemos: lo convencional cubre lo real sin dejar resquicios. Por ello necesitamos un proceso de descontaminación. Una breve inmersión en el frío vacío del espacio bastará.

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