Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

lunes, 4 de junio de 2007

Una de superhéroes

A los niños les encanta fingirse superhéroes. Necesitan esa identificación para el desarrollo de su personalidad, así creo que dicen los psicólogos. Yo debo de seguir siendo un niño: aún echo mano de mis (super)héroes para mantenerme en pie. Y puede que no se perciba exteriormente, pero noto que el proceso de formación de mi personalidad prosigue de algún modo, incluso a estas alturas, siempre precisado de buenos ejemplos humanos que busco incansablemente y siempre encuentro.

No parece que sea un caso muy común, o al menos no lo parece el grado que en mí alcanza. Pero pienso que en la heterogénea vida siempre hay espacio para diferentes tipos de seres que, bien mirados, no son ni mejores ni peores, o eso quiero pensar. Aunque estar permanentemente necesitado de referencias externas, como un niño que no termina de crecer del todo, puede resultar frustrante, ofrece la contrapartida de agudizar la percepción que tenemos de los demás. Tanto tiempo mirándolos que uno acaba por verlos mejor, o eso quiero pensar. La vida está llena de compensaciones, o eso quiero creer.

Lo único seguro de este caso (casi patológico) es que Di Blasino no es diferente de Spidermanín o Supermanito (éste, por supuesto, mejicano).
P.S.: Ahora que lo pienso, si en la vejez nos volvemos como niños, ¿qué me espera a mí, que aún lo soy?

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