Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

martes, 13 de abril de 2010

Radio Days

Necesito las voces de la radio, sea en el coche o para dormirme, o en el baño o al desayunar o después de comer. A veces me divierten, otras me asombran y en ocasiones me enferman, pero siempre acabo buscándolas. Son uno de mis refugios.



Si lo pienso un poco, compruebo que la radio ha ocupado un papel importante en cada etapa de mi vida, incluso en mi angustiada adolescencia. También dependí de la radio, y muy especialmente, en aquellos años en que pasaba en la carretera varias horas al día. Recuerdo que mientras conducía y escuchaba el programa matutino de R.N.E., presentado entonces por Antonio Jiménez (el inefable presentador hoy de "El gato al agua", en Intereconomía), fui advirtiendo el asfixiante ambiente político que se colaba por las rendijas de cualquier espacio público y emanaba de aquel Aznar sin complejos de su segunda legislatura. La radio también me enseñó a detestar a buena parte de los tertulianos, singularmente a los pertenecientes a la mayoritaria especie de los ridículamente previsibles, hasta el extremo de empujarme a escribir un blog para hacer personalmente y a oscuras exactamente lo mismo que ellos, y tan previsiblemente. Tan ridículamente.

Pensé en la radio cuando me enteré de que el domingo pasado murió Juan Manuel Gozalo. Recuerdo que escuchaba "Radiogaceta de los deportes" durante las oposiciones, al concluir cada monótona y gris jornada de estudio. Ayer escuché los comentarios de quienes le conocieron y trabajaron con él en la sección de deportes de R.N.E. Lo han dejado claro en un entrelineado muy evidente que me ha provocado una sonrisa a medias: Juan Manuel Gozalo era un tipo insoportable. Se adivinaba.
D.E.P.



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