Me equivoqué. Fueron las apariencias, la fuerza de lo más evidente y la falta de atención suficiente. Por todo eso creí que era el pequeño J. el que había salido a su padre, pero no. De repente, una inocente charla ha bastado para comprobar que es la pequeña M. la que guarda el parecido más sutil con su padre.
Pobriña mía.
Pobriña mía.
"Father & Daughter" (2000), de Michaël Dudok De Wit, ganador del Oscar del mismo año al mejor cortometraje animado.
2 comentarios:
Hombre, no creo que sea tan terrible, confiemos en la patita extra del cromosoma, bueno, y en lo que pueda aportar su experiencia :)
(Me llevo el corto, ains...)
Estoy confiado, sí, aunque lamento verme como un mecánico que contribuye a la fabricación de un motor, mejorado claro, pero con rastros del mismo dichoso defecto de fábrica. Ruumm-rruuummmm-rruuuuummmmm-clic-clic. Suena como algo así. Es inconfundible.
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