Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

martes, 26 de agosto de 2008

Tiritos

Me levanté tarde, qué le vamos a hacer. Era domingo, caray. Sólo llegué al emocionante último cuarto (cachis en la mar serena) y me zampé íntegramente la ceremonia de entrega de las medallas. Qué mayor está Samaranch. Me llamó mucho la atención el trajín de los tres directivos encargados de colgar las medallas, pero más aún cómo tenían que coger la mano de varios jugadores norteamericanos, ajenos al elemental gesto de cortesía. Como que el último, Carmelo Anthony, dejó en el aire la mano extendida de federativo de turno.

Aunque estaba en el aire aquello de la recuperación de la hegemonía patria perdida en el baloncesto, me pregunté quién en su sano juicio podría sentir especial orgullo por personajes tan aparentemente poco presentables como esas arrogantes estrellas del músculo. Tenía curiosidad por saber qué opinaría sobre el asunto el inteligente y cosmopolita Paul Shirley al día siguiente. Su contundente artículo lo dejó claro.

Cuando uno ha tenido la oreja recalentada por el cansino Manolo Lama y su pelma pronóstico diario de medallas para la patria, Paul Shirley resulta una tonificante pomada.

Me voy a echar unos tiritos.

No hay comentarios: