Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

domingo, 21 de junio de 2009

Máximo común denominador



El pasado me apasiona pero su contemplación, desde la ventajosa posición de quien conoce el desenlace, me conmueve.

Así me sucede con el noticiero olvidado recién descubierto y en parte publicado. Espero poder ver todo el material. Niceto Alcalá Zamora, Fernando de los Ríos, Victoria Kent, Salvador de Madariaga... Sonrío al fijarme en la retórica de aquellos tiempos y esa antigua y tajante gestualidad de las proclamas solemnes. Pero la sonrisa se tuerce al recordar que, pese a sus diferencias políticas, los personajes muestran la ilusión por una oportunidad de cambio y modernidad sin saber que acabarán presenciando una bárbara guerra y compartiendo un inevitable exilio: el común denominador de buena parte de la inteligencia de la época.

Maldita historia.


Me queda Bach. O más bien me persigue.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Su post me ha recordado un poemita de Cernuda escrito ya durante su época de "inevitable" exilio, como usted dice. Se lo copio:

"Soy español sin ganas
Que vive como puede bien lejos de su tierra
Sin pesar ni nostalgia. He aprendido
El oficio de hombre duramente,
Por eso en él puse mi fe. Tanto que prefiero
No volver a una tierra cuya fe, si una tiene, dejó de ser la mía,
Cuyas maneras rara vez me fueron propias,
Cuyo recuerdo tan hostil se me ha vuelto
Y de la cual ausencia y tiempo me extrañaron."


Un ejemplo de cómo el exilio no sólo fue político, sino también moral. Y quizás, como en este caso, hasta elegido. La inteligencia no soporta la compañía de la mediocridad.

___

Y bueno, un abrazo, caballero andante. No se deje desvelar por los "entuertos" del mundo, eh

Lenny Zelig dijo...

Bah, soy un condenado melancólico. No me haga caso. Yo no me lo hago. "Melancólico sin ganas".

Un abrazo, signorina. Usted prepárese unas vacaciones inolvidables que yo me quedaré de guardia con el mundo, que se va a enterar, que no me conoce...

Ál dijo...

Es triste el exilio la emigración a sangre y fuego pero quizás y solo quizás los españoles salimos a explorar sólo cuando nos apremia el hambre, nos amenazan la vida, o nos engañan con el dorado.

Emigrar por gusto de elegir la tierra donde crecer y no la que por casualidad nos es dada, debería ser un acto consciente de madurez, como el que hacemos a elegir nuestros amigos no conformándonos con la familia que nos tocó en suerte.

Lenny Zelig dijo...

No creo que los españolitos seamos ya tan diferentes. Formamos parte de un mundo cada vez más irremisiblemente abierto donde es relativamente fácil librarse de las raíces. Prácticamente podemos exilarnos sin salir de casa, ¿cuándo se vio tal cosa?