Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

martes, 6 de noviembre de 2007

Diarios. Escenas de un puente

He logrado escaparme un instante para dar una vuelta por la feria del libro antiguo y de ocasión. La plaza está cerca de la casa y llego en un instante. Empiezo por..., pinto, pinto..., la izquierda. Nada más empezar oigo un acordeón. No me había fijado en el escenario que habían colocado en mitad de la plaza. Comienza un pequeño concierto. Voy pasando por las casetas, con el cuello en esquerzo leyendo los lomos de los libros. Alguien debería pensar en otra forma de exponer la mercancía que haga más cómodo el recorrido. Pero aunque estoy algo mareado por la lectura rápida de títulos que se repiten y el cuello va camino de la contractura, me demoro en el ambiente creado por el trío. Ya no sé si visito la feria o escucho el concierto. Jazz-folk o algo así porque no entiendo. Y esto le va a encantar a J.: "El Gran Libro del Porqué de las Cosas". Pero soy yo el que más lo necesita.

***

Debemos ir a un triste funeral. Los pequeños, M. y yo nos quedamos al fondo de la iglesia, muy concurrida. Una mujer mayor llega después y nos pide a gritos que nos movamos para dejarle sitio. Cuando lo hemos hecho nos da las gracias también a gritos. Para compensar, le respondo “de nada” sólo moviendo los labios. Los cuatro nos miramos y casi no podemos contener la risa. Comienza la ceremonia. Como he venido voluntariamente decido seguir el ritual todo lo fielmente que recuerdo. Compruebo que aún retengo la mayor parte de la monserga. Cuando llega el momento de “darse la paz” se forma un pequeño lío. Los del banco de adelante se dan la vuelta, varias manos se ofrecen a la vez, hay que organizarse y la anciana dice de buen humor y a gritos algo que no se entiende. Luego llega la comunión y de los altavoces sale una alegre cancioncilla que dice algo así como yo-soy-el-pastor-de-las-ovejas. Por el ritmillo me parece la banda sonora perfecta para los dibujos de Lucky Luke. M. (madre) me dice burlona que la grabe para ponerla después en el coche. Con el silencio sólo roto por la canción y el panorama de cabezas canosas que tengo delante me parece estar en un espectáculo infantil presenciado por ancianos. En eso ha quedado la religión oficial.

Al finalizar la misa otro sacerdote toma la palabra y algo dice de una novena. Nos tememos lo peor, pero el asunto finaliza tras unos padrenuestros. A la altura de la segunda oración veo a la pequeña M. que está resoplando. Me hago cargo. Ya a punto de salir J. me dice que no se ha enterado de mucho. Yo tampoco. Y que lo que más le ha gustado ha sido lo de la paz. Creo que lleva razón.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto de los funerales da para mucho... A lo que iba, le recomiendo un libro para su pequeño J: El libro peligroso para los Chicos, de Gonn e Hal Iggulden, seguro que lo disfrutan , no sé quién más (una pequeña referencia, con foto que siempre ayuda, en http://alvaronuevo.blogspot.com
/2007/09/lecturas-peligrosas.html)

Anónimo dijo...

Muchas gracias por la recomendación. Pero deberé esperar un poco para J., que de momento podría decirse que es un frikino del Universo (mea culpa). Debo tener cuidado con lo que le cuento al peque: noto que le estoy transmitiendo mis obsesiones.

Anónimo dijo...

Sin duda J tiene razón, lo de la paz es lo más bonito, por ser lo único real y "tangible" (valga la redundancia del adjetivo) en el protocolo religioso.

Siempre me hace usted reir. Pero me río de verdad, con la boca llena de carcajadas (mi vecino adolescente debe de pensar que me he vuelto loca por vivir sola). Adoro su sentido del humor, seguro que usted es un "punto de tío" con sus amigos. Perdón por la coloquialidad, ejem.

Disfrute de la tarde de sol. Parece que noviembre nos viene sin abrigo. Un beso.

Lenny Zelig dijo...

La paz sea contigo, hermana.
"Y con tu espíritu".
"Podemos ir en paz".
O algo así.
Un beso.

Anónimo dijo...

"La paz sea contigo, hermano"

Y entonces ya una se iba en paz, claro... ¡No me acordaba!