Sigo igual. Hasta ahora todo ha sido inútil. No logro relajarme. Tal vez sirva el Aria de las "Variaciones Goldberg" en la versión preferida de Hannibal Lecter. Probaré a oírla mientras recito el mantra: estoy relajado y no voy a matar a nadie, estoy relajado y no voy a comerme a nadie, estoy relajado...
El genial Glenn Gould. Ahora que me fijo, una mezcla entre Hannibal Lecter y su paciente más insólito. Todo encaja.
(Perdón por la estúpida broma, maestro. Necesito relajarme).
El genial Glenn Gould. Ahora que me fijo, una mezcla entre Hannibal Lecter y su paciente más insólito. Todo encaja.
(Perdón por la estúpida broma, maestro. Necesito relajarme).
3 comentarios:
Madre, esos nervios hay que templarlos, que el canibalismo no está muy bien visto y no es plan de buscarse un lío por muy buenos que estén los sesos de pitufo.
En fin, no sé, ¿tal vez un poco de destructoterapia? (bien canalizada, claro). Venga, suerte, ya pasará.
Toda pasa, lo sé. Pero hasta tanto... Hágase una idea: creyendo que mi grito de guerra era ¡aleluya!, llevo días amarrado al ¡mecagüenabsolutamentetó! Y no es lo mismo.
Hum, pues pruebe a sacar fuerzas de flaqueza e invocar el ¡Aleluya! más alto que antes, aunque se lo más sarcástico que se pueda gritar. Ya sabe al mal tiempo ¡dientes, dientes, que es lo que les jode! ;)
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