Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

martes, 6 de mayo de 2008

"La decisión de Sophie" (Sophie's Choice) (1982)

Anteayer la volví a ver. Otra más, y espero que sea la última, de ese dichoso catálogo que llevo un tiempo recopilando. El de “las películas que vi demasiadas veces seguidas”, en una escala que va desde el dos hasta el malditaseaprefieronosabercuántas. Mi (interminable) adolescencia y el cine: menudo festival.

No me detengo en la ficha técnica ni en la obra en que está basada. Están a mano, no quiero parecer resabiado –que simplemente corta y pega— y además no me interesa. Sólo quiero indagar en lo que era cuando me sumergía en la historia proyectada en el viejo teatro, en el impacto que me obligaba a volver. Como siempre, sólo me interesa mi pasado, ese antecedente tan misterioso para un tipo tan desmemoriado.

Empecé a verla y fui cayendo en la cuenta y en el aburrimiento. Me parecía saber qué podía estar viendo hace veinticinco años y estuve a punto de levantarme mucho antes del final. Hasta que se desencadenó el verdadero drama de la historia y comprendí que también entonces me impresionara. Son los breves recuerdos de la Polonia ocupada plasmados en las mejores escenas de la película. Los recuerdos de una víctima que no debía serlo: no una semivíctima, sino una por partida doble. Del enfermizo ambiente familiar al mortalmente envenenado aire del campo de concentración.




Derretido no. Esta vez sólo encogido.

4 comentarios:

Daniel Hermosel Murcia dijo...

Ahora que tiene las alforjas vacías revisare las recomendaciones de derretimiento y/o encogimiento para llenarlas. Como dijo el poeta aquel: pa'la saca.

Lenny Zelig dijo...

Trata de los primeros pasos de un joven aspirante a escritor y es larga. No digo más ni me hago responsable.

Anónimo dijo...

Ay, al final he acabado viendo la escena, aunque tengo por norma no ver películas de este tipo. Me provocan más miedo que las películas de terror, en serio. Cuando estuve en Polonia mis amigas fueron a visitar Auschwitz, yo en cambio fui a Zakopane (algo así como Disneyland París). Para ese tipo de cosas soy una cobarde.

Ja, ja, ¡"lista de pelis vistas varias veces"! Yo lo hago con los libros; y sí, me parece que algo tiene de catártico eso de teletransportarse al pasado comiendo palomitas. Lo que fuimos es lo que somos, dicen.


Siga por aquí, oiga. Que yo sigo blogueando, a mi pesar.

Lenny Zelig dijo...

Tampoco soy valiente ante el horror, pero creo que mi afición por la Historia y mi curiosidad por la (in)humanidad no me permitirían perder la ocasión de visitar Auschwitz.

Y en cuanto al pasado..., cada vez me veo más como un frustrado padre de aquel muchacho al que no le puedo decir nada. Lástima.

Besinos, cuasiexbloguera.