Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

martes, 5 de febrero de 2008

Mi cosmología (la de andar por casa)



Esto no va a ninguna parte, pero son las cosas que me suceden los ratos en que ando ocioso. Es entonces cuando sobrevienen las ocurrencias. Pavadas. La última ha sido pensar que hay reglas de conducta humana casi tan ineluctables como las leyes físicas, y que no es difícil descubrirlas con un método empírico que siempre parece confirmarlas.

Son reglas que me parecen simples por lo evidentes. Acepto que no parece sencillo seguirlas y comprendo las razones que nos impulsan a no hacerlo, pero me indigna que no seamos capaces de ver esas reglas que nos convienen y que, por eso mismo y llegado el caso, no sepamos comprender que hemos cometido la estupidez de incumplirlas.

Entre otras muchas, una de esas reglas de la experiencia nos dice que cuando estamos inmersos en un conflicto, el camino más corto para su resolución pasa por el análisis riguroso y exigente de nuestros propios errores. Por el contrario, el camino más largo es el que tomamos cuando nos empeñamos exclusivamente en recopilar y reprochar los errores ajenos.

Se me dirá que es una simpleza, que hay conflictos y conflictos y que algunos tal vez no merezca la pena resolverlos. No quiero discutir, así que pensemos sólo en los que creemos que deben resolverse. ¿Acaso reconocer un error no es siempre un buen argumento? Pues a esgrimirlo.

Adivinanza final: en la irritante campaña política actual, ¿qué perdería el candidato que reconociera un error?

8 comentarios:

Daniel Hermosel Murcia dijo...

Va, me tiro a la piscina: perdería... ¿villanía?

Daniel Hermosel Murcia dijo...

Nas, le dejo la pregunta de la encuesta: ¿Y tú, en qué mes vives?

Hum, veré si veo (valga la rebuznancia) algún motivo por que el que no se vea bien.

Anónimo dijo...

¿Votos?
Quizá sea una tontería lo que voy a decir, pero la idea que yo tengo del español es que es absurdamente orgulloso y muy poco dado a la reflexión, al diálogo y mucho menos, al auto-análisis. Reconocer errores no es una virtud que nos venga de serie, por desgracia.

Y me estoy acordando de ese poema de Machado, donde empieza diciendo que somos ("eran", a principios del XX) la España de la charanga y pandereta, y acaba con "Mas otra España nace /(...), una España implacable y redentora,/España que alborea
con un hacha en la mano vengadora, /España de la rabia y de la idea".

Se supone que los versos finales auguran un cambio positivo para el país, pero lo del "hacha en la mano" y la "rabia" siempre me han dado qué pensar. Es lo que tenemos.

Un abrazo, M. No me obligue a echarle de menos; siempre es un gusto poder leerle tomando una sopita.

Anónimo dijo...

Daniel: por ejemplo.
Y en febrero, por supuesto, ¿cuál si no?

Aviadora: creo que en realidad los ganaría (los votos). Estoy con Daniel en que el candidato perdería algo malo, pero no tendría que temer la pérdida de algo verdaderamente bueno.
¡Y confíe en los españolitos! Cada vez somos menos especiales.
Cuídese esa afonía y un beso.
¡Y a volar!

Anónimo dijo...

Ja, ja, "cada vez menos especiales", eso tuvo gracia.

No, de verdad que quiero, pero no puedo. Lo de nuestro puesto número 26 en el tan traido y llevado Informe Pisa, por ejemplo, me recuerda que yo quisiera ser escandinava.

En fin, hoy me pillo muy negativa. No puedo decir ni "mu". Se me ha fastidiado mi instrumento de trabajo *_+. Besos

Daniel Hermosel Murcia dijo...

Jeje, no esperaba otra respuesta. Bueno a ver qué mes gana.

Jo que espeso ando... Avi, qué es lo del 26??.

Nootka dijo...

Perdería votos.
Asi es la política actual, un circo mediático, no tiene nada que ver con la reflexión.
Y si, no sólo reconociese su errores, sino también los méritos ajenos??
Perdería credibilidad.
Los espectadores arrugarían la nariz y dirían: "Aquí huele a gato encerrado", o también: "España se está resquebrajando"
Y el candidato, reflexivo y honesto, sería abandonado a su suerte en una cuneta. A partir de entonces se dedicaría a vagar por las ciudades de España, con la esperanza de que alguien le reconociera como aquel que fue: poderoso, fuerte, arrogante, irreflexivo.

Anónimo dijo...

Insisto en que ganaría votos. Me gustaría comprobar si me equivoco o no, pero tengo que reconocer con profundo fastidio que el experimento no será posible.

Mi suposición es que aunque resulte fácil provocar la polarización, la crispación y la excitación, salvo los cuatro profesionales de la bronca de turno, la mayoría de los mortales prefiere el sosiego y comprende los matices. Elemental búsqueda de sensación de bienestar en una sociedad relativamente acomodada.

O eso u hoy me ha dado por ser optimisma y he acabado siendo un imbécil.