No sé qué es la ambición política, ni qué sensaciones proporciona su paulatina satisfacción, ni cuán gratas puedan llegar a ser las expectativas que el ascenso en la escala de mando va generando, pero puedo imaginar la desolación que provoca el definitivo derrumbe de todos los trastos encima de la cabeza de uno.
Aunque el personaje interpretado por Ricardo Costa es ciertamente inconcebible, rematado con ciertos toques personales de inverosimilitud, realmente no es mucho más estrafalario que buena parte del elenco habitual. No pienso sólo en el PP. Como dice acertadamente Enric González, Costa es carne muerta, una víctima necesaria para la supervivencia de otros individuos de la manada que no hay razones consistentes para considerar mejores.
Otro que también puede preguntarse si hay vida en Marte...
...y descansar en paz. Esta semana estamos de necrológicas.
4 comentarios:
En unos tres meses todo olvidado y ya podrá resucitar...
Pero resucitar como un zombi, porque se es zombi para toda la vida (muerte).
Ay, Miguel, qué imagen tan inquietantemente "magrittiana" puso usted en la cabecera de su blog. Me recuerda un poquino al barquero Caronte sobre el Leteo. Eso, más lo de las necrológicas, en fin... que le imagino a usted bailando el thriller por las esquinas, ji ji.
Halloween se aproxima, ¡cómo mola!
Un beso de acongojada. He pillado una peli de terror en el plus, y no puedo ni moverme del miedo, leche.
Creo que es una fotografía de Irving Penn (un interesante fotógrafo que he conocido con ocasión de su reciente muerte:la necrología es una sorprendente fuente de saber). Me gusta por ese aire borroso de personaje no identificable remando a ninguna parte y con ropa inapropiada: un autorretrato.
Ojito con las pesadillas. Un besino.
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