Fotografía de Don McCullin - ‘Snowy, Cambridge, early 1970s’

sábado, 20 de diciembre de 2008

Misioneros

No serán ni doscientos metros de estrecha calle los que separan el despacho del aparcamiento. Me asombro al calcular que en los últimos ocho años habré recorrido el trayecto más de seis mil veces. En ese tiempo casi nada ha cambiado. El mismo hotel y las mismas pequeñas tiendas de misteriosa subsistencia. La ortopedia, la de objetos usados y mi debilidad: la de trofeos deportivos. Y el mismo prostíbulo, siempre abierto, que se esconde tras la densa cortina por la que se escapa el olor a ambientador generosamente pulverizado que no puedo evitar inhalar con fuerza cuando paso junto a la puerta.

Ya había pensado en que había algo de medieval en el escenario de ese recorrido diario, una sensación de tiempo detenido. La posada, los tenderetes, el lupanar. Sólo faltaban los visionarios y me he topado con ellos en las últimas semanas. Dos jóvenes de inconfundible y trajeado aspecto visitando las casas bajas y transmitiendo las verdades del Libro de Mormón. Otro floreciente delirio que nos ofrece ayuda para afrontar el miedo que inspira la inminente llegada del año 1000.



La Iglesia de los Santos de los Últimos Días. Latter-Day Saints. LDS.

El otro día, de regreso al aparcamiento y envuelto en mi habitual ensoñación observé que llevaba unas raídas sandalias de piel de cabra. No me sorprendí.

Ingesta accidental de LSD, supongo.


4 comentarios:

Daniel Hermosel Murcia dijo...

"Soldiers of the God army", ahí es nada. Cuidado no le roben el caballo (contextualícese con la metáfora medieval, no quisiera yo dar a enteder que no solo de LSD vive el hombre)

Por cierto, ¿sabe algo de nuestra aviadora amiga?

Lenny Zelig dijo...

O sigo bajos los efectos del LSD o Blogger tiene un extraño sentido del humor. La palabra de verificación que me sale ahora mismo es "trypi(ti)".

Parece que Aviadora ha encontrado su sitio y que el blog fue un provisional refugio ya innecesario. La echo de menos, pero me alegro por ella.

Nootka dijo...

¿quién llevaba las sandalias? el mormón, usted? Qué raro...
Un beso.

Lenny Zelig dijo...

Era yo, el del Libro de Colocón (¡menudos últimos días!).
Besinos y los mejores deseos.