Imperdonable el disfraz de princesita. El atuendo masculino no fue una canallada menor. La puesta en escena la diseñó cuidadosamente el enemigo. La primera voz masculina irrumpió cual payaso de la tele. El solista masculino que apareció después exhibió la misma gracia y soltura que el alumno de segundo de primaria en la representación navideña del colegio. Como no les pareció suficiente, acabaron imitando el inconfundible cabeceo de los teleñecos.
Así fue, ciertamente. El mismísimo Dios, loado sea, debió de removerse en su trono. Pero..., pero prácticamente es Navidad, Gali Atari tiene una fragilidad cautivadora, la cancioncilla me sigue gustando y ésta sé bailarla.
Al fin y al cabo el verdadero crimen de aquella Eurovisión de 1979 fue que casi ganó Betty Misiego. Casi pero no. Aleluya.
Así fue, ciertamente. El mismísimo Dios, loado sea, debió de removerse en su trono. Pero..., pero prácticamente es Navidad, Gali Atari tiene una fragilidad cautivadora, la cancioncilla me sigue gustando y ésta sé bailarla.
Al fin y al cabo el verdadero crimen de aquella Eurovisión de 1979 fue que casi ganó Betty Misiego. Casi pero no. Aleluya.
2 comentarios:
Gensanta, me pregunto si algunos de mis traumas no vienen del visionado con apenas un año de... de... esta actuación. Y lo peor es que... ¡mola y todo, menudo subidón de la orquesta!
¡Aleluya!, pues
Tentado está uno de ponerse pantalones blancos y tirantes de brillos cegadores, mirarse en el espejo y verse impecable. Y gritar:
Ale...(ti).
Publicar un comentario