
No parece que sea un caso muy común, o al menos no lo parece el grado que en mí alcanza. Pero pienso que en la heterogénea vida siempre hay espacio para diferentes tipos de seres que, bien mirados, no son ni mejores ni peores, o eso quiero pensar. Aunque estar permanentemente necesitado de referencias externas, como un niño que no termina de crecer del todo, puede resultar frustrante, ofrece la contrapartida de agudizar la percepción que tenemos de los demás. Tanto tiempo mirándolos que uno acaba por verlos mejor, o eso quiero pensar. La vida está llena de compensaciones, o eso quiero creer.
Lo único seguro de este caso (casi patológico) es que Di Blasino no es diferente de Spidermanín o Supermanito (éste, por supuesto, mejicano).
P.S.: Ahora que lo pienso, si en la vejez nos volvemos como niños, ¿qué me espera a mí, que aún lo soy?
No hay comentarios:
Publicar un comentario